antes que los leopardos
Publicado: Sab, 17 Ene 2015 18:47
Antes que los leopardos
Tormenta y corte de luz. He vuelto a sentarme en lo que se tarda en armar un círculo de velas, en lo que se tarda en amar. Me debía esto, un enfrentamiento con lo oscuro a capa y espada. Es cierto, tardo en encontrar las cosas. Al habitar la noche por fuera de la costumbre, cada vela, su brasa y su atención se doblan hasta envolverme y fuera de aquí los truenos se van rezagando. Un auto por fin llega a componer su vecindad. La noche decidió no tender más trampas y sosegarse. Que todo pase lejos y siga sonando está bien porque alguien muy grande todavía corre sus muebles. El calor separa las cosas según sea su sonido, también debo algunas cartas por suerte. Es mejor deber, ya no puedo leer. Escribir es más a tientas y entonces lo hago, de memoria las letras se atreven a disponerse, a soltarse como lo haría un silencio.
Es verdad, con estos truenos cada vez más disfónicos cualquiera de estos ruidos es nuevo, aún mantengo la desconfianza. Por suerte volvió a llover y si mañana alguien quiere verme le envuelvo la tempestad. Ahora sé de su luz. Todo lo de ella volvió a atravesar las ventanas, los árboles han invertido el cielo y el cielo acaba de quedarse todo metido en este cuarto. En todas las paredes ha estrellado su urgencia. Ahora sí que jode la lluvia. No hace falta esta demostración. Alguien puede interpretar que le calor no baje? Será una huelga de cielo? Hace mucho que no fumo y tengo ganas, me solicitan oscuramente desde un naufragio, me buscan para una fractura, aunque más no sea el carbón del lápiz serenándose hasta volverse ausente. Yo ahora exigiría un cielo de frío, una intemperie anudada al cuello, un frasco roto derramándose cerca de los pies para que no me mueva. Ya no voy a descansar, no queda mucha luz aquí dentro pero el sonido está lavando todo lo que tuve sin miramientos. El cielo aún desmorona su infinita última vez.
Tormenta y corte de luz. He vuelto a sentarme en lo que se tarda en armar un círculo de velas, en lo que se tarda en amar. Me debía esto, un enfrentamiento con lo oscuro a capa y espada. Es cierto, tardo en encontrar las cosas. Al habitar la noche por fuera de la costumbre, cada vela, su brasa y su atención se doblan hasta envolverme y fuera de aquí los truenos se van rezagando. Un auto por fin llega a componer su vecindad. La noche decidió no tender más trampas y sosegarse. Que todo pase lejos y siga sonando está bien porque alguien muy grande todavía corre sus muebles. El calor separa las cosas según sea su sonido, también debo algunas cartas por suerte. Es mejor deber, ya no puedo leer. Escribir es más a tientas y entonces lo hago, de memoria las letras se atreven a disponerse, a soltarse como lo haría un silencio.
Es verdad, con estos truenos cada vez más disfónicos cualquiera de estos ruidos es nuevo, aún mantengo la desconfianza. Por suerte volvió a llover y si mañana alguien quiere verme le envuelvo la tempestad. Ahora sé de su luz. Todo lo de ella volvió a atravesar las ventanas, los árboles han invertido el cielo y el cielo acaba de quedarse todo metido en este cuarto. En todas las paredes ha estrellado su urgencia. Ahora sí que jode la lluvia. No hace falta esta demostración. Alguien puede interpretar que le calor no baje? Será una huelga de cielo? Hace mucho que no fumo y tengo ganas, me solicitan oscuramente desde un naufragio, me buscan para una fractura, aunque más no sea el carbón del lápiz serenándose hasta volverse ausente. Yo ahora exigiría un cielo de frío, una intemperie anudada al cuello, un frasco roto derramándose cerca de los pies para que no me mueva. Ya no voy a descansar, no queda mucha luz aquí dentro pero el sonido está lavando todo lo que tuve sin miramientos. El cielo aún desmorona su infinita última vez.