Fiesta Nacional.
Publicado: Mar, 13 Ene 2015 19:15
De andares muy suaves y trajes de luces,
con coletas y cubiertos de monteras,
hombres muy serios, se hacen cruces,
pasean los capotes por la arena.
Música de pasodobles.
Esparcidos en tribunas, de manila los mantones,
De los que presume la nobleza.
Suena el clarín.
Del toril sale, arranca y embiste al trote,
un quinto negro zaíno, bragado,
y con chicuelinas y verónicas,
lo recibe, alargando los brazos,
el torero con capote.
El público corea los olés.
Suena el clarín del primer tercio.
Atraviesan el caballo al toro los monosabios,
Para que inicie el picador la suerte de varas.
Un torero puro, al astado, de otra puya,
Con la punta del capote rescata.
Suena el clarín.
Cambio de tercio.
Voces en alto, citan y brincan, quiebran al toro los banderilleros.
Suena el clarín.
Tercer y último tercio.
Brinda el diestro la muerte a una estrella de la pantalla.
El mozo de espadas humedece la muleta con agua del botijo,
Y se la entrega al maestro que adelanta el engaño
y la pierna dispuesto para el lance.
Entre el valor y la fuerza, empieza el baile.
Se repiten los olés en los giros de muñeca,
manoletinas, pases de pecho, redondos y naturales,
Tirabuzones en el aire, un muñeco de Goya en la arena.
Después de un toreo templado y un buen desplante,
se humilla el animal, siendo bravo, ante el valor al instante.
De repente para la música. Se escucha el silencio.
Es la suerte de entrar a matar.
Separa el brazo del busto, apunta con el estoque,
y procurando sortear la aguja del pitón derecho,
se abalanza el diestro sobre el lomo del animal.
Se desploma el toro en la arena, demostrando su trapío.
Saludan los pañuelos blancos desde los graderíos.
Llueven ramos de flores, botas de vino y objetos
inverosímiles sobre el anillo.
Vueltas al ruedo, saludan al público,
muestran los trofeos de la lidia al respetable.
Y salen a hombros por la puerta grande.
La muerte promueve un sentido lúdico.
Hubo suerte esa tarde.
Es la fiesta nacional de un pueblo único,
¿valiente?.
con coletas y cubiertos de monteras,
hombres muy serios, se hacen cruces,
pasean los capotes por la arena.
Música de pasodobles.
Esparcidos en tribunas, de manila los mantones,
De los que presume la nobleza.
Suena el clarín.
Del toril sale, arranca y embiste al trote,
un quinto negro zaíno, bragado,
y con chicuelinas y verónicas,
lo recibe, alargando los brazos,
el torero con capote.
El público corea los olés.
Suena el clarín del primer tercio.
Atraviesan el caballo al toro los monosabios,
Para que inicie el picador la suerte de varas.
Un torero puro, al astado, de otra puya,
Con la punta del capote rescata.
Suena el clarín.
Cambio de tercio.
Voces en alto, citan y brincan, quiebran al toro los banderilleros.
Suena el clarín.
Tercer y último tercio.
Brinda el diestro la muerte a una estrella de la pantalla.
El mozo de espadas humedece la muleta con agua del botijo,
Y se la entrega al maestro que adelanta el engaño
y la pierna dispuesto para el lance.
Entre el valor y la fuerza, empieza el baile.
Se repiten los olés en los giros de muñeca,
manoletinas, pases de pecho, redondos y naturales,
Tirabuzones en el aire, un muñeco de Goya en la arena.
Después de un toreo templado y un buen desplante,
se humilla el animal, siendo bravo, ante el valor al instante.
De repente para la música. Se escucha el silencio.
Es la suerte de entrar a matar.
Separa el brazo del busto, apunta con el estoque,
y procurando sortear la aguja del pitón derecho,
se abalanza el diestro sobre el lomo del animal.
Se desploma el toro en la arena, demostrando su trapío.
Saludan los pañuelos blancos desde los graderíos.
Llueven ramos de flores, botas de vino y objetos
inverosímiles sobre el anillo.
Vueltas al ruedo, saludan al público,
muestran los trofeos de la lidia al respetable.
Y salen a hombros por la puerta grande.
La muerte promueve un sentido lúdico.
Hubo suerte esa tarde.
Es la fiesta nacional de un pueblo único,
¿valiente?.