Editorial Alaire

A veces las ciudades no quieren ser nuestras.

Su imagen no admite la huella múltiple
solo el ronquido exacto de las estatuas.

Y si retornas a esa canción hospitalaria que aún te dibuja,
si mancillas el sonoro ritmo de tus alas en la piel de su nombre,
comprenderás, quizá, su alergia a ser un claroscuro sin latitud,
una flor sempiterna,
un mar alegre,
el cenit que huye como un espejo invisible.

No vuelvas a la química de la memoria,
cada ciudad elige las preguntas que no dirá,
lo sabrás cuando recorras su laberinto de arañas
inmortales, te atrapará su nocturnidad, las mentiras
que un día dijiste en el mismo lugar
que hoy las niegas, su paso suburbial de murciélago
sin regreso.

No adivines, en fin, el músculo que la nostalgia esparce,
sé un ahora, un minuto que se piensa sol,
nubes intactas de este soliloquio fugaz
que se parece tanto a la vida.

Me alegra volver a leerte, esta vez has tardado y vuelves con un hermoso poema que me identifica y hago mío letra a letra. Está muy bien escrito, como es tu costumbre, y es muy hermoso. Aplausos.
Besos
Pilar

Muy bello, Ramón. En él trascienden verdades irrenunciables, luces sabias y tu sensibilidad poética sencillamente indiscutible.

Felicitaciones miles y un gran abrazo.

Pilar Morte escribió:Me alegra volver a leerte, esta vez has tardado y vuelves con un hermoso poema que me identifica y hago mío letra a letra. Está muy bien escrito, como es tu costumbre, y es muy hermoso. Aplausos.
Besos
Pilar

Muchas gracias, Pilar. Te deseo un feliz año. Besos.

Hallie Hernández Alfaro escribió:Muy bello, Ramón. En él trascienden verdades irrenunciables, luces sabias y tu sensibilidad poética sencillamente indiscutible.

Felicitaciones miles y un gran abrazo.

Muchas gracias, Hallie. Te deseo un feliz año y te mando un abrazo grande.

La ciudad se vuelve laberíntica y atrapa al transeúnte, como este poema atrapa al lector. Un placer leerte.
Un abrazo.
Pepa

Insisto en las bondades de este poema tuyo, Ramón, es tan bueno que no podría ser de otra forma.

Y qué cierto es. Las ciudades no admiten cualquier interpretación, la huella múltiple, porque cada una de ellas tiene su esencia, su espíritu innegociable. Si se la fuerza a vivirte de una manera que le es ajena, te rechaza.

Me gusta mucho, Ramón.

Un abrazo.

Hermoso poema amigo Ramón, las ciudades están vivas, son como un organismo, y se puede esperar todo de ellas, el amor, el odio, el rencor, la venganza, etc. Me ha gustado mucho el poema, un abrazo.

Josefa A. Sánchez escribió:La ciudad se vuelve laberíntica y atrapa al transeúnte, como este poema atrapa al lector. Un placer leerte.
Un abrazo.
Pepa

Muchas gracias, Pepa, por tu lectura y comentario. Feliz año. Un abrazo.

F. Enrique escribió:Insisto en las bondades de este poema tuyo, Ramón, es tan bueno que no podría ser de otra forma.

Muchas gracias, F. Enrique. Un abrazo y feliz año.

Pablo Ibáñez escribió:Y qué cierto es. Las ciudades no admiten cualquier interpretación, la huella múltiple, porque cada una de ellas tiene su esencia, su espíritu innegociable. Si se la fuerza a vivirte de una manera que le es ajena, te rechaza.

Me gusta mucho, Ramón.

Un abrazo.

Agradezco tu lectura y comentario, Pablo. Un abrazo y feliz año.

Manuel Alonso escribió:Hermoso poema amigo Ramón, las ciudades están vivas, son como un organismo, y se puede esperar todo de ellas, el amor, el odio, el rencor, la venganza, etc. Me ha gustado mucho el poema, un abrazo.

Gracias, Manuel, por tu lectura y palabras. Un abrazo y feliz año.

Ramón Carballal escribió:A veces las ciudades no quieren ser nuestras.

Su imagen no admite la huella múltiple
solo el ronquido exacto de las estatuas.

Y si retornas a esa canción hospitalaria que aún te dibuja,
si mancillas el sonoro ritmo de tus alas en la piel de su nombre,
comprenderás, quizá, su alergia a ser un claroscuro sin latitud,
una flor sempiterna,
un mar alegre,
el cenit que huye como un espejo invisible.

No vuelvas a la química de la memoria,
cada ciudad elige las preguntas que no dirá,
lo sabrás cuando recorras su laberinto de arañas
inmortales, te atrapará su nocturnidad, las mentiras
que un día dijiste en el mismo lugar
que hoy las niegas, su paso suburbial de murciélago
sin regreso.

No adivines, en fin, el músculo que la nostalgia esparce,
sé un ahora, un minuto que se piensa sol,
nubes intactas de este soliloquio fugaz
que se parece tanto a la vida.

Uff. Hermoso poema, "llegador", profundo y elocuente.
Un gran abrazo y un beso, poeta

Decirte, una vez más, que atrapas con tus versos, que eres un poeta extraordinario, y aprovecho para decírtelo en este momento, en que te digo que acabo de leer uno de ellos. Sé lo que digo cuando hablo de poesía, cuanto menos.

Un gran abrazo, amigo, desde la Ciudad de México.


José Manuel F. Febles