Poemas de la locura

[Javier Dicenzo]

Sentido trabajo, un verdadero placer pasar por tu obra.

[xaime oroza carballo]

A Leopoldo María Panero


Pobre barquilla mía,
entre peñascos rota
(Lope de Vega)

I

Yo que lucho por la luz,
he sido por la luz abandonado,
y no tengo forma,
palabra ni silencios
hacia donde vagaran
los barcos del delirio;
Lope encharcaba sus velas
por no cruzar mi bahía.

!Oh soledad sin faro¡
!Oh espinas¡ !Ay, espinas¡
¡Mi corazón en tus ojos,
mi libertad en la rosa,
mis vientos en el poniente
mi barca en la deriva!

II

Soy un payaso sin luz
que busca en una esquina
el amor y la risa,
que no encuentra nada
y no se conforma, no se conforma,
pero no sabe siquiera
lo que ha hecho, y no recuerda nada
de lo que ha dicho y sufre;
amarillean las hojas
en el huerto de adoquines.

Sentado en la arena
de la playa que gime
el grito de la sal
de los ancestros,
hablando a nadie,
defendiendo mi deriva.

III

Este circo sin fieras;
este llorar hacia adentro,
esta mutilación de las virtudes,
este orto del mar desfigurado,
este hombre que sueña en el tejado,
este trozo de mí que no me encuentra.

IV

Pero al fin mentimos y lloramos;
tú hacia el vértice de una estrella,
yo hacia la luna de los gatos,
tú ocultando este vacío,
yo, recordándote en el patio.

Muy hermoso tu poema. Una delicia entrañable. Un abrazo.

[F. En]

Gracias, Julio, por este cariño que le pones a todo lo que escribes. Es un punto de salida loable.

[F. Enrique]

He realizado un solemne viaje para contemplar la belleza de este poema, unos versos que sacan a relucir la belleza clásica y actual en una unión lírica asombrosa. Dice muchas cosas verdaderamente maravillosas, y en cada verso llega el éxtasis de la poesía excelentemente construida. Mis felicitaciones, querido POETA y amigo y compañero de la auténtica poesía.

Un gran abrazo desde México.

José Manuel F. Febles

A mi madre

(reivindicación de una hermosura)

Escucha en las noches cómo se rasga la seda
y cae sin ruido la taza de té al suelo
como una magia
tú que sólo palabras dulces tienes para los muertos
y un manojo de flores llevas en la mano
para esperar a la Muerte
que cae de su corcel, herida
por un caballero que la apresa con sus labios brillantes
y llora por las noches pensando que le amabas,
y dice sal al jardín y contempla cómo caen las estrellas
y hablemos quedamente para que nadie nos escuche
ven, escúchame hablemos de nuestros muebles
tengo una rosa tatuada en la mejilla y un bastón con
empuñadura en forma de pato
y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra
y ahora que el poema expira
te digo como un niño, ven
he construido una diadema
(sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve)
(Leopoldo María Panero)

Es duro escribir en una convalescencia, José Manuel. No pienso la poesía, intento encontrar una mínima conexión entre Lope, Sabina y Leopoldo María.

[F. Enrique]

Un gran poema, Enrique, que navega al filo de la navaja, sin cortarse, sin perder un ápice de lucidez; que, con las velas encharcadas de Lope, corre al encuentro de Leopoldo. Es asombrosa la complicidad con el poeta que nos habló de la "locura".

Comparado con Leopoldo María soy un poeta burgués, cuando hablo de transgresiones me refiero a ellas desde una óptica pequeño burguesa. Mi música es de otro, como yo, que tose con mi misma voz.

[F. Enrique]

Pues a mi me ha parecido muy interesante y emotiva tu obra. Ese encaje de bolillos para cuadrar sentimientos tan dispares como los de Lope y Panero y hacerlos un poco tuyos y nuestros.

Viniendo de ti no hay mejor halago. Soy un enano pequeño comparado con Lope, pero creo que puedo competir con Leopoldo María en cultura.

[F. Enrique]

"¡Pobre barquilla mía,
entre peñascos rota,
sin velas desvelada,
y entre las olas sola!"

Con esta introducción ya me has ganado. Me encantan esos versos de Lope de Vega. Creo que son el culmen de la retórica conceptista, un ejercicio magnífico de poliptoton. Y en cuanto a tu poema, te diré que mantiene el pulso poético, y que en los segmentos III y IV has estado verdaderamente inspirado.

Aquí el entrañable Alberto Cortez se acerca a Lope y, sobre todo, a Quevedo.

[F. Enrique]

Francisco,

me ha gustado mucho el poema, amigo. Siempre he sido de los que piensan que una enfermedad mental (bien pudiera tener yo una sin diagnosticar, o medio diagnosticada), es una traba a la creación. Por tanto los autores que han podido crear a pesar de ella (por ejemplo, Panero) merecen un plus de admiración. Me encantan las referencias a Lope, el clasicismo que desprende la composición, la división en trancos.

Del único libro que tengo de Leopoldo María solo salvaría el poema de la contraportada y un fragmento, pero son geniales. Mereció la pena comprar el libro.

[F. Enrique]

Gracias, Begoña.

[F. Enrique]

"Este circo sin fieras;
este llorar hacia adentro,
esta mutilación de las virtudes,
este orto del mar desfigurado,
este hombre que sueña en el tejado,
este trozo de mí que no me encuentra."

"Pero al fin mentimos y lloramos;
tú hacia el vértice de una estrella,
yo hacia la luna de los gatos,"

Me gustaron especialmente estos versos.

Creo entender las razones por las cuales te han gustado estos versos, la más importante se llama Sabina.

[F. Enrique]

Un gran poema, F. Enrique, con ese guiño a los clásicos, pero con tu personal estilo que yo tanto admiro. La última estrofa me ha parecido sencillamente genial.

Gracias José Manuel, creo que es también la que más me gusta.

[F. Enrique]

Me gustaron mucho, Enrique, sobre todo esta 1ªestrofa:

I

Yo que lucho por la luz,
he sido por la luz abandonado,
y no tengo forma,
palabra ni silencios
hacia donde vagaran
los barcos del delirio;
Lope encharcaba sus velas
por no cruzar mi bahía.

!Oh soledad sin faro¡
!Oh espinas¡ !Ay, espinas¡
¡Mi corazón en tus ojos,
mi libertad en la rosa,
mis vientos en el poniente
mi barca en la deriva!

Gracias, Ferreiro, aparece Lope y hasta los cardos se iluminan.

[F. Enrique]

La mayoría de los trastornos a los que llamamos "locura",
no tienen un carácter permanente, suelen ser oscilantes en su
evolución, así que, muchas veces, dejan libres de enfermedad a quienes
las padecen, y es allí, en esos espacios, donde la capacidad reflexiva se
hace suficiente para escrutarse a sí mismos y dejar testimonio de su
trastocada percepción. Estos versos, Enrique, se aproximan mucho a
la reflexión de los pacientes que pueden asomarse hacia su propia locura.
Disfrute mucho la lectura de este impresionante poema. Un abrazo.

Gracias, Arturo. Pienso que la calma de alguien que ha superado un trance de locura es lúcida y resacosa a la vez.

[F. Enrique]

Sentido trabajo, un verdadero placer pasar por tu obra.

Gracias, Javier. Son poemas sinceros en los que supe ahuyentar los pensamientos.

[F. Enrique]

Este circo sin fieras;
este llorar hacia adentro,
esta mutilación de las virtudes,
este orto del mar desfigurado,
este hombre que sueña en el tejado,
este trozo de mí que no me encuentra.

IV

Pero al fin mentimos y lloramos;
tú hacia el vértice de una estrella,
yo hacia la luna de los gatos,
tú ocultando este vacío,
yo, recordándote en el patio.[

Muy hermoso tu poema. Una delicia entrañable. Un abrazo.

Gracias Xaime. Me quedo con sabina.