Leche y galletas.
Publicado: Vie, 02 Ene 2015 23:51
Unos platos son más viejos que otros.
Y unas tazas están más manidas, desteñidas, sacadas del lavavajillas y fregadas a mano con espuma y felpa más que otras. Esa espuma y ese lavavajillas erosionan sus dibujos florales, sus homenajes al mejor hermano del mundo y sus mensajes de ánimo para comenzar el día con buen pie.
Esas tazas son las menos queridas de la vajilla, porque se esconden en la cena de Navidad y se niegan a salir del armario.
Pero te ven. Todos los días.
Observan los momentos más humanos de la vida de alguien, siendo besadas por carmines incendiarios y fugaces, siendo regadas por migajas frías de la tostada que alguien dejó olvidada, son abandonadas en el fregadero, son partidas en miradas de peligrosas cerámicas cuando alguien se enfada. Son víctimas de descuidos y de manos mojadas, de manos ocupadas con demasiados platos; son los cadáveres y los efectos colaterales de no querer dar dos viajes para poner la mesa.
Las tazas somos nosotros.
Y unas tazas están más manidas, desteñidas, sacadas del lavavajillas y fregadas a mano con espuma y felpa más que otras. Esa espuma y ese lavavajillas erosionan sus dibujos florales, sus homenajes al mejor hermano del mundo y sus mensajes de ánimo para comenzar el día con buen pie.
Esas tazas son las menos queridas de la vajilla, porque se esconden en la cena de Navidad y se niegan a salir del armario.
Pero te ven. Todos los días.
Observan los momentos más humanos de la vida de alguien, siendo besadas por carmines incendiarios y fugaces, siendo regadas por migajas frías de la tostada que alguien dejó olvidada, son abandonadas en el fregadero, son partidas en miradas de peligrosas cerámicas cuando alguien se enfada. Son víctimas de descuidos y de manos mojadas, de manos ocupadas con demasiados platos; son los cadáveres y los efectos colaterales de no querer dar dos viajes para poner la mesa.
Las tazas somos nosotros.