Puede que sea hoy el silencio mi mejor poema
Publicado: Jue, 01 Ene 2015 17:37
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Reciclando últimos alientos nuevamente...
desde aquellos superhéroes
con mirada y testículos de kriptonita
engullidos bajo el peso de su capa,
de Bellas que ya no supieron despertar,
de bunkers de silencio que un día rompieron a llorar.
Desde aquellas princesas de los toldos azules
que escaparon de nuestros sueños
por las puertas traseras de los mapas del tesoro
y la cara b de los vinilos.
Encaramados a un escaparate de lunas y ceniza
y alguna que otra alfombra flotando sobre el abismo,
capeamos estribos en el pecho
donde se desarticula como agrio trámite
para los labios lo que nunca quisimos
o supimos decir.
Y hoy, amiga, ya lo sabemos...
mil versos a la orilla del Támesis
no serían suficientes para cumplir
con la sola raíz cúbica de cada paraíso prometido,
con cada puesta de sol aplastada
bajo el remasterizado polvo de nuestras huellas.
Desempañando ese haz de luz que atraviesa
las paredes, habríamos de subirnos
al último cielo en marcha
con un brillante e insólito amanecer como única verdad
que aún cabe en los bolsillos
y una galaxia de sombras, -mis jodidos destiempos de siempre-
enroscada bajo el brazo.
Ayer cuando yo te recetaba abrazar el sol con el perímetro
de mis enceradas y derrumbadas razones,
en esos tiempos de pupilas nerviosas
y químicas aún por inventar
en que encendíamos cualquier materia oscura con solo un chasquear de dedos,
de canciones interminables y charcos que se tragaban el mundo.
Caladas de ternura y complicidad en aquella playa
donde siempre regresan para morir
las ballenas desorientadas,
donde la bruma delinque sobre la conciencia
y tocan hueso los esqueletos grises y lluviosos
de indelebles juventudes.
Puede que hoy sea el silencio mi mejor poema.
Hoy, tras los insomnios que prenden ocasos
en la halógena ingravidez de los hoteles,
en las avenidas que crujen, perennemente húmedas,
las candentes miserias de la soledad;
en esos ascensores de la memoria,
fríos e impertinentes como cuchillas de ida y vuelta
o entre el álbum de aquellos añejos amigos
enjaulando futuro (mientras asomaba un hilo de pus
por la comisura de sus risas)
Hoy asumo y reconozco que a pesar de todo
aún me visto de salmón volador
y consumo espumas vivas,
que todavía riego espinas que desinflen
mis intolerables letargos,
y oteo sirenas de sangre caliente que me embrujen
y me arrastren hasta el fondo,
a ese altar donde se pudren las piernas y las agendas
al contacto con las olas y la sal.
A ese país donde claudican los sofás-burbuja unidireccionales
y ultracelosos, los es demasiado tarde
y los adivinos del espacio-tiempo a equis descarrilamientos luz...
Donde la felicidad no es solo dormir el infierno tras la esquina,
donde la vejez sería firmar un tratado de paz
con el rebufo de nuestros embarrados zapatos,
y recuperar aquel cruce sobre el horizonte donde nos dejamos
olvidados un día.
Puede que hoy sea el silencio mi mejor poema,
puede que hoy solo sea el silencio...
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Reciclando últimos alientos nuevamente...
desde aquellos superhéroes
con mirada y testículos de kriptonita
engullidos bajo el peso de su capa,
de Bellas que ya no supieron despertar,
de bunkers de silencio que un día rompieron a llorar.
Desde aquellas princesas de los toldos azules
que escaparon de nuestros sueños
por las puertas traseras de los mapas del tesoro
y la cara b de los vinilos.
Encaramados a un escaparate de lunas y ceniza
y alguna que otra alfombra flotando sobre el abismo,
capeamos estribos en el pecho
donde se desarticula como agrio trámite
para los labios lo que nunca quisimos
o supimos decir.
Y hoy, amiga, ya lo sabemos...
mil versos a la orilla del Támesis
no serían suficientes para cumplir
con la sola raíz cúbica de cada paraíso prometido,
con cada puesta de sol aplastada
bajo el remasterizado polvo de nuestras huellas.
Desempañando ese haz de luz que atraviesa
las paredes, habríamos de subirnos
al último cielo en marcha
con un brillante e insólito amanecer como única verdad
que aún cabe en los bolsillos
y una galaxia de sombras, -mis jodidos destiempos de siempre-
enroscada bajo el brazo.
Ayer cuando yo te recetaba abrazar el sol con el perímetro
de mis enceradas y derrumbadas razones,
en esos tiempos de pupilas nerviosas
y químicas aún por inventar
en que encendíamos cualquier materia oscura con solo un chasquear de dedos,
de canciones interminables y charcos que se tragaban el mundo.
Caladas de ternura y complicidad en aquella playa
donde siempre regresan para morir
las ballenas desorientadas,
donde la bruma delinque sobre la conciencia
y tocan hueso los esqueletos grises y lluviosos
de indelebles juventudes.
Puede que hoy sea el silencio mi mejor poema.
Hoy, tras los insomnios que prenden ocasos
en la halógena ingravidez de los hoteles,
en las avenidas que crujen, perennemente húmedas,
las candentes miserias de la soledad;
en esos ascensores de la memoria,
fríos e impertinentes como cuchillas de ida y vuelta
o entre el álbum de aquellos añejos amigos
enjaulando futuro (mientras asomaba un hilo de pus
por la comisura de sus risas)
Hoy asumo y reconozco que a pesar de todo
aún me visto de salmón volador
y consumo espumas vivas,
que todavía riego espinas que desinflen
mis intolerables letargos,
y oteo sirenas de sangre caliente que me embrujen
y me arrastren hasta el fondo,
a ese altar donde se pudren las piernas y las agendas
al contacto con las olas y la sal.
A ese país donde claudican los sofás-burbuja unidireccionales
y ultracelosos, los es demasiado tarde
y los adivinos del espacio-tiempo a equis descarrilamientos luz...
Donde la felicidad no es solo dormir el infierno tras la esquina,
donde la vejez sería firmar un tratado de paz
con el rebufo de nuestros embarrados zapatos,
y recuperar aquel cruce sobre el horizonte donde nos dejamos
olvidados un día.
Puede que hoy sea el silencio mi mejor poema,
puede que hoy solo sea el silencio...
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