Carta a Naidaina
Publicado: Sab, 17 May 2008 21:25
Naidaina,
Cuando ando en las tinieblas me acuerdo de ti.
En el cristal convexo veo tu indescifrable nombre.
Lloro por las sombras desprendidas
que se violentan en el puente de Varolio,
Se lanzan al abismo que soy yo.
Creen ver luces y se lanzan intempestivamente
a mí, a agredir mi paso de espanto en las penumbras.
Mis pies de versos deshojados y maltrechos,
en su grisáceo vaho se confunden,
y no es más que la antesala
donde el soñador sueña que sueña,
imágenes de símil en la gruta,
recién paridas mañas de la gota que hace surcos.
Cuando camino lentamente sin mí dentro,
aquel letargo del cansancio aun despierto,
te pienso atardecido y triste como yo, temblando
en el cruce abismal de los desquicios,
aquella zanja entre Dios y el Diablo,
cruzarla por locura, o por capricho,
por ansias de saber en que mestice se funde
el rapto o el alivio de no ser nada y ser.
Un artificio, pavoroso ruido del sondear del acto,
urdir con los dedos en la herida mortal
de la palabra fría, aquel calor que irradia
de la medula y que cruza de rodillas en rodillas,
como un canal de partos y de gozos
salir en alta mar del golfo de nuestro origen
convencidos quizás
que el color de la esperanza es verde.
Cuando ando en las tinieblas y me olvido que soy,
y no me importa andar entre las sombras del olvido,
me acuerdo de ti, de tu candor perdido,
de tu casa vacía, llena de sueños huérfanos, perdidos entre zapatos.
Verlos correr desnudos en el vestíbulo
de tus ojos frios,
siento que quizá es un quebranto, una fatiga, un desencanto
acumulado en las costillas.
Salir de entre las violentas espuelas de los gallos,
sin puntos cardinales,
Viajar sin nave en el corazón del río,
¿qué sabes, qué sabes tú, que yo no haya ya sentido?
En la grieta del espejo,
los ojos exprimidos en mis puños,
Veo la imagen de la Esperanza
desesperadamente mia,
escribiendote,
Y no me arrepiento,
no me arrepiento de llorar
aqui, a solas,
recordandote Naidaina.
Long Beach, New York
E. R. Aristy
Copyright © 2003
Cuando ando en las tinieblas me acuerdo de ti.
En el cristal convexo veo tu indescifrable nombre.
Lloro por las sombras desprendidas
que se violentan en el puente de Varolio,
Se lanzan al abismo que soy yo.
Creen ver luces y se lanzan intempestivamente
a mí, a agredir mi paso de espanto en las penumbras.
Mis pies de versos deshojados y maltrechos,
en su grisáceo vaho se confunden,
y no es más que la antesala
donde el soñador sueña que sueña,
imágenes de símil en la gruta,
recién paridas mañas de la gota que hace surcos.
Cuando camino lentamente sin mí dentro,
aquel letargo del cansancio aun despierto,
te pienso atardecido y triste como yo, temblando
en el cruce abismal de los desquicios,
aquella zanja entre Dios y el Diablo,
cruzarla por locura, o por capricho,
por ansias de saber en que mestice se funde
el rapto o el alivio de no ser nada y ser.
Un artificio, pavoroso ruido del sondear del acto,
urdir con los dedos en la herida mortal
de la palabra fría, aquel calor que irradia
de la medula y que cruza de rodillas en rodillas,
como un canal de partos y de gozos
salir en alta mar del golfo de nuestro origen
convencidos quizás
que el color de la esperanza es verde.
Cuando ando en las tinieblas y me olvido que soy,
y no me importa andar entre las sombras del olvido,
me acuerdo de ti, de tu candor perdido,
de tu casa vacía, llena de sueños huérfanos, perdidos entre zapatos.
Verlos correr desnudos en el vestíbulo
de tus ojos frios,
siento que quizá es un quebranto, una fatiga, un desencanto
acumulado en las costillas.
Salir de entre las violentas espuelas de los gallos,
sin puntos cardinales,
Viajar sin nave en el corazón del río,
¿qué sabes, qué sabes tú, que yo no haya ya sentido?
En la grieta del espejo,
los ojos exprimidos en mis puños,
Veo la imagen de la Esperanza
desesperadamente mia,
escribiendote,
Y no me arrepiento,
no me arrepiento de llorar
aqui, a solas,
recordandote Naidaina.
Long Beach, New York
E. R. Aristy
Copyright © 2003