Pequeño Poemario de San Amaro
Publicado: Mié, 17 Dic 2014 13:43
Le poète et le fou sont de mesme nature.
L’un parle sans penser, et l’autre à l’aventure.
(Jean Passerat - 1534-1602)
El poeta y el loco son de una misma natura;
Uno habla sin pensar, el otro a la ventura.
Muere la gaviota en el destierro,
emitiendo el tañido de viejos campanarios.
Suena una nota lánguida que hiere,
que agoniza en la noche, que se va apagando.
Un aullido sin trazos, sin palabras, sin rostro
la luna amarillenta nos muestra en su regazo,
aquí donde penetra el eucalipto
en el aire profundo teñido de incensario.
Aquí donde se estancan las estrellas
que ignoran el camino,
veo pasar los barcos
--- --- --- --- --- --- ---
Ahora vuelvo, recodo, a tus orillas
sin pensar que tu huella
se ha borrado.
Vuelve el otoño leve a los cristales
que reflectan las ruinas y los caminos,
despertando el sopor que respiraba
en el aire vencido por tu aroma.
Recuerdo el mar, el mar que arrullaba
las sirenas perdidas en tus abrazos
y el ligero vagar de tu mirada
cruzando nubes, velas, santuarios.
--- --- --- --- --- --- ---
Las gotas de licor y las palabras
caminan en la noche,
buscan su velo oscuro.
¡Cuánto recuerdo, Amor,
se agolpa en la sangre
cuando agita sus ríos
un laberinto estanco!
Aquí donde me acoge el abandono
y tenues flores blancas susurran el olvido.
Aquí donde pregonan los borrachos
la eterna añoranza
del último gemido,
veo pasar los barcos.
¡Cuánta guitarra abre
un suspiro lejano
que no puedo tocar
y escapa con tu aroma!
¡Cuánto recuerdo, amor,
se agolpa en la sangre
cuando la risa rompe
la comedia y el arte!
--- --- --- --- --- --- ---
Mi obtusa soledad se ha recreado
buscando en otro mar el sol de tu recuerdo.
No he podido salir de las tardes vacías,
de las voces sin fondo, de la gente que pasa.
No he podido escribir la verdad en el viento
pues lucho torpemente por encontrar palabras.
(Abril de 1997)
L’un parle sans penser, et l’autre à l’aventure.
(Jean Passerat - 1534-1602)
El poeta y el loco son de una misma natura;
Uno habla sin pensar, el otro a la ventura.
Muere la gaviota en el destierro,
emitiendo el tañido de viejos campanarios.
Suena una nota lánguida que hiere,
que agoniza en la noche, que se va apagando.
Un aullido sin trazos, sin palabras, sin rostro
la luna amarillenta nos muestra en su regazo,
aquí donde penetra el eucalipto
en el aire profundo teñido de incensario.
Aquí donde se estancan las estrellas
que ignoran el camino,
veo pasar los barcos
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Ahora vuelvo, recodo, a tus orillas
sin pensar que tu huella
se ha borrado.
Vuelve el otoño leve a los cristales
que reflectan las ruinas y los caminos,
despertando el sopor que respiraba
en el aire vencido por tu aroma.
Recuerdo el mar, el mar que arrullaba
las sirenas perdidas en tus abrazos
y el ligero vagar de tu mirada
cruzando nubes, velas, santuarios.
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Las gotas de licor y las palabras
caminan en la noche,
buscan su velo oscuro.
¡Cuánto recuerdo, Amor,
se agolpa en la sangre
cuando agita sus ríos
un laberinto estanco!
Aquí donde me acoge el abandono
y tenues flores blancas susurran el olvido.
Aquí donde pregonan los borrachos
la eterna añoranza
del último gemido,
veo pasar los barcos.
¡Cuánta guitarra abre
un suspiro lejano
que no puedo tocar
y escapa con tu aroma!
¡Cuánto recuerdo, amor,
se agolpa en la sangre
cuando la risa rompe
la comedia y el arte!
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Mi obtusa soledad se ha recreado
buscando en otro mar el sol de tu recuerdo.
No he podido salir de las tardes vacías,
de las voces sin fondo, de la gente que pasa.
No he podido escribir la verdad en el viento
pues lucho torpemente por encontrar palabras.
(Abril de 1997)