A veces llegas triunfal
Publicado: Lun, 15 Dic 2014 0:29
A veces con esta luna de invierno te recuerdo,
diosa ausente que habitas mi nostalgia
y cobijas el latido de este corazón desnudo
Surges de imprevisto como la torrentera de ese río
que no encuentra su cauce y se desborda.
Siempre tus labios, furtivos como el pecado
que en el templo de la carne anhela redimirse.
Como tierra de promisión que se me niega,
te siento en esta liturgia de la lluvia de donde
emigran gaviotas esperando el milagro de la vida
y sólo en tu cuerpo encuentran su refugio.
Ahora dibujan mis manos en tu piel el atlas del deseo,
como una pasión frutal que nos muerde voraz
y despierta al felino que duerme en tu cintura.
Hoy has nacido sobre el lecho de diciembre,
con esa gélida desnudez que envuelve a las estrellas.
Te acercas temblando a mis urgencias, me llamas,
te recibo como un galeón que en la sangre se ha hundido.
Presiento ser el náufrago que no pudo arribar en tus caderas:
con un sudario de lágrimas cubrirás al cadáver del amor
y un ramo de soledad dejarás sobre su tumba.
Ahora te escucho como a un silencio indestructible
cuando tu voz, eco apagado, me nombra en la distancia
y yo voy hacia ti con un tacto de heridas en mis manos.
Aunque te hiciste memoria triunfal que a mí regresa,
continúas siendo una página del pasado donde reescribir
con el alcohol tu nombre, mientras en los burdeles de la noche
yo te improviso para rescatar tu ausencia del olvido.
diosa ausente que habitas mi nostalgia
y cobijas el latido de este corazón desnudo
Surges de imprevisto como la torrentera de ese río
que no encuentra su cauce y se desborda.
Siempre tus labios, furtivos como el pecado
que en el templo de la carne anhela redimirse.
Como tierra de promisión que se me niega,
te siento en esta liturgia de la lluvia de donde
emigran gaviotas esperando el milagro de la vida
y sólo en tu cuerpo encuentran su refugio.
Ahora dibujan mis manos en tu piel el atlas del deseo,
como una pasión frutal que nos muerde voraz
y despierta al felino que duerme en tu cintura.
Hoy has nacido sobre el lecho de diciembre,
con esa gélida desnudez que envuelve a las estrellas.
Te acercas temblando a mis urgencias, me llamas,
te recibo como un galeón que en la sangre se ha hundido.
Presiento ser el náufrago que no pudo arribar en tus caderas:
con un sudario de lágrimas cubrirás al cadáver del amor
y un ramo de soledad dejarás sobre su tumba.
Ahora te escucho como a un silencio indestructible
cuando tu voz, eco apagado, me nombra en la distancia
y yo voy hacia ti con un tacto de heridas en mis manos.
Aunque te hiciste memoria triunfal que a mí regresa,
continúas siendo una página del pasado donde reescribir
con el alcohol tu nombre, mientras en los burdeles de la noche
yo te improviso para rescatar tu ausencia del olvido.