El dial
Publicado: Sab, 13 Dic 2014 13:18

En este inmenso y desconocido emisor en el que vivo inmersa junto a tantas y tantos
Y para siempre… siempre…
Pues en este inmenso y desconocido caldo de cultivo, la curiosidad me mata, no, mejor, me incita a vida. He de saberlo todo, conocerlo todo, visitarlo todo… quiero saber… el por qué.
Y salgo al encuentro del mismo sin miedo, pues sé que es un laberinto con respuestas, aunque yo carezca de la paciencia para encontrarlas:
Tengo prisa… prisa… tengo prisa… y la prisa solo me dejaba ver el reloj.
Caminaba sin mirar a mis costados, sin recordar el camino hecho no asimilado y sin recursos para el venidero por falta de perspectiva… todo era un caos en el cual improvisaba y resolvía a salto de mata a la vez que solo aprendía de las heridas y de las cicatrices que dejaban para recordarme que allí había pasado algo aunque ya no doliera, y así conseguir que el instinto me advirtiera que en aquella parte debía tener cuidado. Y mientras recibía en mi dial señales distorsionadas de onda larguísima que no me aclaraban nada, sin poder determinar si me confundían, vivía sabiendo que bien o mal en cada momento había hecho lo que mi persona me había exigido … había trazado el camino de la vida imprimiendo a fuego en la piel de la personalidad cada unos de sus pasos… los dados hacia atrás y los dados hacia adelante. Todo seguía oscuro y nada claro, a modo de murciélago solo podía confiar en acertar con los obstáculos y en lamer las heridas cuando no lo hacía. Pero en cada trazado nuevo recordaba más del anterior y proyectaba caminos conocidos de recorrido para evitar los valles y montes… mas cuando venía a recorrerlos, se me olvidaba … y una vez más a veces caminaba por lo trazado y a veces todo lo complicaba de una manera horrorosa. Seguía sintonizando el dial al exterior y aunque el alcance de las ondas iban aproximando su radio de acción y concretando su mensaje, todo seguía confuso .
Así fui y vine y entre ida y vuelta fui llenando de haber y debe la cartilla de mi existencia, y aquí por error o egoísmo mi saldo era un horrible manchón rojo y sabía, conocía, que debía ponerlo en números negros y también dónde y cómo lo conseguiría de manera más efectiva. Pero volvía y se me olvidaba… y entonces solo lo hacía a medias o aún peor, y adquiría o quitaba deuda al tiempo que consolidaba mis amores y mis odios .
Cuando de nuevo volvía al lugar donde todo se ve con claridad y se proyecta la nueva andadura, me encontraba con ellos; mis amores me animaban y decidían caminar conmigo en aquellos tramos donde su experiencia pudiera servirme de apoyo… mis odios que de ese lado no tenían sentido y pesaban como una losa que limitaba la facilidad del camino … decidían venir conmigo y yo con ellos para tener la posibilidad de equilibrar la balanza, de compensar los daños… y así yendo y viniendo … nos adaptábamos siempre a las circunstancias y cuando no lo conseguíamos e interrumpíamos la vivencia, nos encontrábamos con que habíamos entorpecido tremendamente la andadura propia y ajena… y todo debía recomponerse en las veces necesarias para que el anclaje pudiera ser posible de nuevo…
En la medida que la impronta de las vivencias arraigaban en el conocimiento individual, la claridad de que nadie camina solo, de que somos un equipo se fijaba en la personalidad y ya las pautas de conducta en líneas generales eran más solidarias, aunque el mundo tienta de forma tremenda y, el egoísmo y el miedo, son dos tremendos y negativos consejeros que a nada bueno conducen… pero entre una de cal y otra de arena, y esto no quiere decir otra cosa que no sea entre todo lo peor y todo lo mejor, forjábamos nuestro nexo común, la hermandad de nuestras finalidades, de nuestros afectos y de nuestra necesidad del otro . Y nos conocíamos …. Y nos conocemos …
El camino lo hemos realizado de infinidad de maneras, no siempre los mismos, no siempre al mismo tiempo, pero sí juntos…
Pero volvemos… y nos olvidamos… porque así debe ser, porque así corresponde en el dial que ajusta la sintonía en el exterior…
Mas a menudo que avanza la percepción un buen día y sin mérito alguno, que no sea el adquirido en la experiencia, despiertas a la vida conociendo… no porque nadie te lo diga, no porque nadie te lo cuente… conociendo, sintiendo de la misma manera que sientes los dedos de las manos y como apoyas los pies, las verdades que están impresas en tu código y descubres que no es una sintonía externa la que te comunica… está en ti, en ti están las respuestas.
Asusta mucho al principio, el temor a que el mundo te considere loco hacen que no hables del asunto… en el peor de los casos algún siquiatra, algún sicólogo que no vienen sino a confirmarte que eres absolutamente normal… y un personaje muy curioso…
No es curiosidad lo que te interesa motivar. Huyes. Pero las percepciones están ahí, la vida que no cuentas está ahí… y comienza a extenderte certificados y todo te viene dado sin buscarlo, en el conocimiento pleno de estar en tu sitio… la vida viene a ti y comienzan a ocurrir las cosas que conocías hace años y te preguntabas cómo se desarrollarían pues desde tu mente razonadora no les veías ubicuidad. Sin embargo ahí están y ahí están aquellos desconocidos y sin sentido nombres que envuelven personalidades familiares, afines.
... A estas alturas hace ya tiempo que has dejado de hacerte preguntas… tampoco pretendes dar las respuestas… solo la certeza de estar donde debes, haciendo lo que debes y para quienes quieres… y compruebas que ellos también se hacen preguntas y dejan apuntar las respuesta, aún con miedo, observando que ellos dicen cuando hablas ¡ Eso ya lo sabía yo, siempre lo había pensado!
Estás donde bebes, cuando debes y para quién debes… y el que quiera entender… que entienda…
V.Nas
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