Cleopatra
Publicado: Vie, 12 Dic 2014 11:09
No es sólo que tiemble ante tu encuentro,
de caracolas largas,
de celestes gritos
que durante siglos me buscaron,
que se anclaron a mis sienes dormidas
por tu cálido llamado.
No es sólo eso...
Es tu búsqueda,
por las noches desiertas de tu aliento en mi aliento,
cuando sé que lloras una hilera de calamares
y es mi lengua el destino final
de aquella sensación inacabada.
Y he ahí que te siento.
He ahí que es un torbellino tu contacto
y te ciegas los ojos
y yo aprieto las manos
y te tiento en silencio
sin que ni las paredes mismas
te describan en el trance de lo insaciable y lo agreste.
¡Lléname!
¡Simplemente acaba con un trueno de loros
esta sensación de tu búsqueda intranquila!
No quiero andar como un ciego de jaspes
sin tu sabor en los dedos,
sin tu calor en los labios,
sin esa tentación de tu rostro en la sombra.
No es sólo tocarte con mi olfato.
No...
Es ahondar en tu misterio tembloroso,
es saber que cuando bañas a las horas con tu rostro
puedo encontrar el metrónomo de los días perdidos.
¿Cuántos siglos te apartaron de las yemas de mis dedos?
¿Cuántas sombras? ¿Cuántos jardines?
Hoy sólo sé
que no es sólo mezclarme con tus paredes
ni con tus labios,
ni con tu llanto...
Es desprenderme de la llama del alma
y en tu abrazo,
dejar un nuevo mundo.
Alberto Madariaga
(2012)
a Nadia
de caracolas largas,
de celestes gritos
que durante siglos me buscaron,
que se anclaron a mis sienes dormidas
por tu cálido llamado.
No es sólo eso...
Es tu búsqueda,
por las noches desiertas de tu aliento en mi aliento,
cuando sé que lloras una hilera de calamares
y es mi lengua el destino final
de aquella sensación inacabada.
Y he ahí que te siento.
He ahí que es un torbellino tu contacto
y te ciegas los ojos
y yo aprieto las manos
y te tiento en silencio
sin que ni las paredes mismas
te describan en el trance de lo insaciable y lo agreste.
¡Lléname!
¡Simplemente acaba con un trueno de loros
esta sensación de tu búsqueda intranquila!
No quiero andar como un ciego de jaspes
sin tu sabor en los dedos,
sin tu calor en los labios,
sin esa tentación de tu rostro en la sombra.
No es sólo tocarte con mi olfato.
No...
Es ahondar en tu misterio tembloroso,
es saber que cuando bañas a las horas con tu rostro
puedo encontrar el metrónomo de los días perdidos.
¿Cuántos siglos te apartaron de las yemas de mis dedos?
¿Cuántas sombras? ¿Cuántos jardines?
Hoy sólo sé
que no es sólo mezclarme con tus paredes
ni con tus labios,
ni con tu llanto...
Es desprenderme de la llama del alma
y en tu abrazo,
dejar un nuevo mundo.
Alberto Madariaga
(2012)
a Nadia