Editorial Alaire

La zanahoria no quiere ser mordida,
desea ser naranja eternamente
y conservar su forma de falo.
Se hizo adulta bajo tierra, todo era
sombra hasta que alguien tiró
de sus cabellos hacia la luz.
Pasaron los conejos de ojos rojos,
no la vieron acostada sobre el campo,
pasó un hombre hambriento y le gritó
que la aborrecía.
La lluvia la arrastró varios metros,
el lodo trató de sepultarla y el hocico
de un cerdo la trajo una vez más al azul
del mundo.
La zanahoria no quiere ser mordida,
desea ser testigo del tiempo.

Tienes magia, Ernesto, mucha. Y no te gusta lo fácil, o mejor, quieres mostrar trascendiendo el contexto, yendo lejos con lo más cercano. Un gran placer de lectura. Abrazo grande.

Bruno Laja escribió:Tienes magia, Ernesto, mucha. Y no te gusta lo fácil, o mejor, quieres mostrar trascendiendo el contexto, yendo lejos con lo más cercano. Un gran placer de lectura. Abrazo grande.

Muchas gracias estimado amigo Bruno por tu comentario y tu apreciación del mismo.
Saludos cordiales y te deseo lo mejor

El poema supera las expectativas y deja muy bien parada la antropología lírica. Se evidencian el ingenio y la sinestesia que lo conforman.

Precioso trabajo, de nuevo felicitaciones y aplausos, Ernesto.

Hermoso e interesante poema Ernesto.

Nadie quiere perder su identidad ni una parte de si mismo. Un poema interesante.
Un abrazo.
Pepa

Hallie Hernández Alfaro escribió:El poema supera las expectativas y deja muy bien parada la antropología lírica. Se evidencian el ingenio y la sinestesia que lo conforman.

Precioso trabajo, de nuevo felicitaciones y aplausos, Ernesto.

Gracias estimada Hallie por tu comentario que agradezco mucho.
Te deseo lo mejor
Saludos