¿Es anacrónico hacer poesía bajo estructuras tradicionales?
Publicado: Lun, 24 Nov 2014 12:10
¿Es anacrónico escribir poesía bajo estructuras tradicionales?
A partir de una declaración de nuestro compañero Manuel Sánchez, creo entrever la posibilidad de un debate que puede resultar interesante para nuestro foro. Me encantaría conocer las opiniones de los compañeros que tengan algo que decir al respecto. Yo he manifestado mi parecer
Esto que te voy a decir a continuación es una opinión absolutamente personal y por tanto habría que ponerla en cuarentena:
Yo necesito escribir de vez en cuando poesía rimada, poesía antigua, poesía con la que me he iniciado de pequeño. Pero no es más que una diversión, si quieres consiste en eso que se llama matar el gusanillo. Porque al mismo tiempo que satisfago, como te digo, la voz de los ancestros, cuando termino de escribir no me siento bien, me parece haber hecho algo malo, haberme portado mal. Me parece un anacronismo, una antigualla, estar escribiendo en este tipo de estructura poética. Para mí es esencial vivir en el tiempo en el que me ha correspondido hacerlo. Si no lo hago, no me siento bien. Pero hay algo más importante aún, y es que escribiendo demasiado frecuentemente sonetos me siento advenedizo ante los lectores. Y eso es, sin duda, por esa absoluta necesidad, como te he dicho, de ser una persona de mi tiempo (Manuel Sánchez, dixit).
Estimado, Manuel: esta confesión que me has hecho -deferencia que te lo agradezco-, me ha sorprendido mucho, hasta el punto de sentirme obligado a responderte. Quiero que sepas que discrepo absolutamente con tu criterio sobre las formas tradicionales de la poesía. No creo que una poesía rimada, o un soneto, puedan ser catalogadas de “poesía antigua, anacrónica, antigualla”. No lo creo, por la sencilla razón de que su propia edad (la del soneto, por ejemplo), le otorgan su carácter de inmunidad al deterioro, al envejecimiento, al anacronismo. Sigamos con el ejemplo del soneto: ¿cómo es posible que una estructura con más de 800 años de vigencia pueda ser considerada anacrónica? ¿Por qué, entonces, no se la consideró anacrónica hace 300 o 200 o 50 años? ¿Por qué recién en el 2014, luego de nacer allá por el siglo 12, deba ser considerada una estructura vetusta? No, es un error conceptual pensar de esta manera. No niego que existan formas poéticas que se encuentran en desuso (como la Cuaderna vía, por ejemplo); pero, estas son estructuras que se han gastado por la imposibilidad de lograr una armonía cadenciosa, donde el conteo silábico se hacía a puro orden matemático, versificación que no se ha utilizado por siglos (aunque, quien dice si mañana algún ingenioso poeta no la haga reflotar, con aportes de nuevos aires). A diferencia del soneto, que hasta hoy (noviembre del 2014) los buenos poetas lo siguen utilizando.
Yo no entiendo cuando dices que es esencial para ti vivir en este tiempo. Creo que somos del tiempo de Borges, de Neruda, de Antonio Machado, de Gamoneda, de Luis Cernuda, de Mario Benedetti, de Luis García Montero, de Joaquín Sabina, de un ejército de poetas jóvenes, etc., que siguen utilizando la estructura del soneto rimado. ¿Qué son, entonces, estos poetas: anacrónicos?
Estoy convencido de que las estructuras poéticas, son “moldes”, para decirlo sin ambages, absolutamente válidos, como válidos son la sinfonía, el jazz, el blues, para la música; como válida es la estructura del juego de ajedrez, o la forma de jugar al fútbol. El anacronismo, pienso yo, mi querido amigo, no se encuentra en la forma, sino en lo que se dice. Anacrónico es el poeta que se siente gastado, sin ideas, impotente a vencer los desafíos de los “moldes”, y extraer renovación, modernidad, poesía de ellos (poesía imperecedera). Borges, por ejemplo, que durante su corta pasantía por la corriente del ultraísmo había dicho del soneto que se trataba de: “estrafalarios rigores numéricos”, terminó adoptando esta forma de versar, lo impregnó de una atmósfera original, única, y de donde extrajo sus más altos vuelos poéticos.
Si vamos al caso, y analizamos tu poesía actual, esa que tú dices te pone a la altura de tu tiempo, en el 90% de los textos se puede ver claramente un “molde”, una estructura que nace de una forma clásica. En efecto, si echamos un vistazo a la Silva: una estrofa compuesta por versos endecasílabos (11 sílabas) y heptasílabos (7 sílabas), de rima irregular, podemos afirmar que esta estructura es la base de la forma en que poetizas en la actualidad (con la eliminación de toda rima y la inclusión de eneasílabos y alejandrinos, como es de suponer, ya que se trata de mezclas surgidos en el modernismo). Lo cual me lleva a afirmar que, de una u otra forma, estamos fuertemente influenciados por todo lo que ya se ha hecho en la historia de la poesía. Lo que nos queda por hacer, entonces, es buscar la originalidad y la belleza en las innovaciones lingüísticas, semánticas, sin importar dentro de qué formato lo hagamos (sin desdeñar las evoluciones formales dentro de estas mismas estructuras). A mí me resulta muy agradable leer un soneto con aires de renovación (logro muy difícil, por cierto), ya sea en cuanto a la utilización del lenguaje como en las variantes formales que se puedan lograr dentro de las férreas reglas.
Creo, sinceramente, Manuel, que tu forma de pensar nos está privando de sonetos de altura. Me encantaría que te desprendas de esos prejuicios, y te pongas a escribir con más regularidad poemas con “moldes de budín”, tal como lo ha dicho Ricardo Güiraldes.
Un abrazo grande, compañero.
Óscar
A partir de una declaración de nuestro compañero Manuel Sánchez, creo entrever la posibilidad de un debate que puede resultar interesante para nuestro foro. Me encantaría conocer las opiniones de los compañeros que tengan algo que decir al respecto. Yo he manifestado mi parecer
Esto que te voy a decir a continuación es una opinión absolutamente personal y por tanto habría que ponerla en cuarentena:
Yo necesito escribir de vez en cuando poesía rimada, poesía antigua, poesía con la que me he iniciado de pequeño. Pero no es más que una diversión, si quieres consiste en eso que se llama matar el gusanillo. Porque al mismo tiempo que satisfago, como te digo, la voz de los ancestros, cuando termino de escribir no me siento bien, me parece haber hecho algo malo, haberme portado mal. Me parece un anacronismo, una antigualla, estar escribiendo en este tipo de estructura poética. Para mí es esencial vivir en el tiempo en el que me ha correspondido hacerlo. Si no lo hago, no me siento bien. Pero hay algo más importante aún, y es que escribiendo demasiado frecuentemente sonetos me siento advenedizo ante los lectores. Y eso es, sin duda, por esa absoluta necesidad, como te he dicho, de ser una persona de mi tiempo (Manuel Sánchez, dixit).
Estimado, Manuel: esta confesión que me has hecho -deferencia que te lo agradezco-, me ha sorprendido mucho, hasta el punto de sentirme obligado a responderte. Quiero que sepas que discrepo absolutamente con tu criterio sobre las formas tradicionales de la poesía. No creo que una poesía rimada, o un soneto, puedan ser catalogadas de “poesía antigua, anacrónica, antigualla”. No lo creo, por la sencilla razón de que su propia edad (la del soneto, por ejemplo), le otorgan su carácter de inmunidad al deterioro, al envejecimiento, al anacronismo. Sigamos con el ejemplo del soneto: ¿cómo es posible que una estructura con más de 800 años de vigencia pueda ser considerada anacrónica? ¿Por qué, entonces, no se la consideró anacrónica hace 300 o 200 o 50 años? ¿Por qué recién en el 2014, luego de nacer allá por el siglo 12, deba ser considerada una estructura vetusta? No, es un error conceptual pensar de esta manera. No niego que existan formas poéticas que se encuentran en desuso (como la Cuaderna vía, por ejemplo); pero, estas son estructuras que se han gastado por la imposibilidad de lograr una armonía cadenciosa, donde el conteo silábico se hacía a puro orden matemático, versificación que no se ha utilizado por siglos (aunque, quien dice si mañana algún ingenioso poeta no la haga reflotar, con aportes de nuevos aires). A diferencia del soneto, que hasta hoy (noviembre del 2014) los buenos poetas lo siguen utilizando.
Yo no entiendo cuando dices que es esencial para ti vivir en este tiempo. Creo que somos del tiempo de Borges, de Neruda, de Antonio Machado, de Gamoneda, de Luis Cernuda, de Mario Benedetti, de Luis García Montero, de Joaquín Sabina, de un ejército de poetas jóvenes, etc., que siguen utilizando la estructura del soneto rimado. ¿Qué son, entonces, estos poetas: anacrónicos?
Estoy convencido de que las estructuras poéticas, son “moldes”, para decirlo sin ambages, absolutamente válidos, como válidos son la sinfonía, el jazz, el blues, para la música; como válida es la estructura del juego de ajedrez, o la forma de jugar al fútbol. El anacronismo, pienso yo, mi querido amigo, no se encuentra en la forma, sino en lo que se dice. Anacrónico es el poeta que se siente gastado, sin ideas, impotente a vencer los desafíos de los “moldes”, y extraer renovación, modernidad, poesía de ellos (poesía imperecedera). Borges, por ejemplo, que durante su corta pasantía por la corriente del ultraísmo había dicho del soneto que se trataba de: “estrafalarios rigores numéricos”, terminó adoptando esta forma de versar, lo impregnó de una atmósfera original, única, y de donde extrajo sus más altos vuelos poéticos.
Si vamos al caso, y analizamos tu poesía actual, esa que tú dices te pone a la altura de tu tiempo, en el 90% de los textos se puede ver claramente un “molde”, una estructura que nace de una forma clásica. En efecto, si echamos un vistazo a la Silva: una estrofa compuesta por versos endecasílabos (11 sílabas) y heptasílabos (7 sílabas), de rima irregular, podemos afirmar que esta estructura es la base de la forma en que poetizas en la actualidad (con la eliminación de toda rima y la inclusión de eneasílabos y alejandrinos, como es de suponer, ya que se trata de mezclas surgidos en el modernismo). Lo cual me lleva a afirmar que, de una u otra forma, estamos fuertemente influenciados por todo lo que ya se ha hecho en la historia de la poesía. Lo que nos queda por hacer, entonces, es buscar la originalidad y la belleza en las innovaciones lingüísticas, semánticas, sin importar dentro de qué formato lo hagamos (sin desdeñar las evoluciones formales dentro de estas mismas estructuras). A mí me resulta muy agradable leer un soneto con aires de renovación (logro muy difícil, por cierto), ya sea en cuanto a la utilización del lenguaje como en las variantes formales que se puedan lograr dentro de las férreas reglas.
Creo, sinceramente, Manuel, que tu forma de pensar nos está privando de sonetos de altura. Me encantaría que te desprendas de esos prejuicios, y te pongas a escribir con más regularidad poemas con “moldes de budín”, tal como lo ha dicho Ricardo Güiraldes.
Un abrazo grande, compañero.
Óscar