El corazón no se pudre
Publicado: Vie, 21 Nov 2014 16:25
Bueno, estoy donde la plaza estaba, así que soy fruto de una suplantación poderosa.
Veo pasar a través de mí los corazones que atravesé, así que es un túnel francamente inútil
porque sé que voy a llegar adonde el corazón estuvo presintiéndose como una lengua
palpando cavidades que lo hicieron invisible a su obstinado tanteo. No hay límites alrededor,
así que todo está mirándome y temo que si me agacho para fingir que recojo del suelo
la sombra de algo que estuvo ahí no voy a poder volver a levantarme porque es demasiado peso.
Valdría la pena sólo en el caso de que apareciera una grieta en un lugar inesperado,
algo como un silencio abortado por el crepúsculo, que la luz a punto de morir pudiera hablar
para despejar el orden en que la muerte ha sido dispuesta y de verdad hubiese un mañana
más cierto que la presencia de quien lo prometió cerrándose los ojos con las manos
porque no puede dormir, le duele el hígado y al dolor le agradece poder saber
en qué costado está el hígado y cómo es capaz de sostener una presencia dentro de una irrealidad.
Estoy tendido, no dije que estaba tendido pero se sobreentiende.
Sólo tendido un ser humano puede prologarse para sentir en la boca esa humedad ígnea
que van dejando los nombres que no estaban en su prólogo y se manifiestan
como nítidas pérdidas, garabatos perfectamente tatuados que entran a la piel en cada inspiración y cubren
más piel de la que hay, también más mundo.
Estoy en la plaza, tengo que recordar cómo trabaja el olvido; cuando se inclina para beber
hay que aprovechar el gesto para hincar la frente en su uña y trazar la inicial copulativa
que hace del verbo un mal menor, como una madre que acaricia a sus hijos desde lejos
y los bendice y les desea suerte y luego se duerme al lado de su amante
sin tocarlo, tan sólo susurrándole al oído, no son míos tranquilo, estamos intactos.
Por ahí se acerca una bandada de pájaros, es reconfortante saber cómo es un pájaro,
saber cómo se mueve dentro de una bandada,
reconocerlo para que caiga y acabe con el adiós.
Lo tengo aquí, es todo lo que buscaba.
La plaza está donde yo estaba, es fruto de una nimia suplantación.
Todos los corazones están enteros y ensartados.
Veo pasar a través de mí los corazones que atravesé, así que es un túnel francamente inútil
porque sé que voy a llegar adonde el corazón estuvo presintiéndose como una lengua
palpando cavidades que lo hicieron invisible a su obstinado tanteo. No hay límites alrededor,
así que todo está mirándome y temo que si me agacho para fingir que recojo del suelo
la sombra de algo que estuvo ahí no voy a poder volver a levantarme porque es demasiado peso.
Valdría la pena sólo en el caso de que apareciera una grieta en un lugar inesperado,
algo como un silencio abortado por el crepúsculo, que la luz a punto de morir pudiera hablar
para despejar el orden en que la muerte ha sido dispuesta y de verdad hubiese un mañana
más cierto que la presencia de quien lo prometió cerrándose los ojos con las manos
porque no puede dormir, le duele el hígado y al dolor le agradece poder saber
en qué costado está el hígado y cómo es capaz de sostener una presencia dentro de una irrealidad.
Estoy tendido, no dije que estaba tendido pero se sobreentiende.
Sólo tendido un ser humano puede prologarse para sentir en la boca esa humedad ígnea
que van dejando los nombres que no estaban en su prólogo y se manifiestan
como nítidas pérdidas, garabatos perfectamente tatuados que entran a la piel en cada inspiración y cubren
más piel de la que hay, también más mundo.
Estoy en la plaza, tengo que recordar cómo trabaja el olvido; cuando se inclina para beber
hay que aprovechar el gesto para hincar la frente en su uña y trazar la inicial copulativa
que hace del verbo un mal menor, como una madre que acaricia a sus hijos desde lejos
y los bendice y les desea suerte y luego se duerme al lado de su amante
sin tocarlo, tan sólo susurrándole al oído, no son míos tranquilo, estamos intactos.
Por ahí se acerca una bandada de pájaros, es reconfortante saber cómo es un pájaro,
saber cómo se mueve dentro de una bandada,
reconocerlo para que caiga y acabe con el adiós.
Lo tengo aquí, es todo lo que buscaba.
La plaza está donde yo estaba, es fruto de una nimia suplantación.
Todos los corazones están enteros y ensartados.