Ya nadie sueña
Publicado: Mar, 18 Nov 2014 11:28
Abandonarse en los brazos de Morfeo
ya no es necesario
cuando la realidad falsea los contextos.
Ya nadie sueña con caléndulas ni flores amarillas.
La vida es un sueño que a veces nos despierta.
Palpando luces extraviadas
velamos relieves desgastados:
una anatomía desconocida.
Ya nadie sueña con caléndulas ni flores amarillas.
La vida es un sueño que a veces nos despierta.
Asistimos impasibles al desahucio
de la dignidad en el hombre
mientras ingerimos
la verdad adulterada del poderoso.
Ya nadie sueña con caléndulas ni flores amarillas.
La vida es un sueño que a veces nos despierta.
La servidumbre a las pluralidades
es un peaje aceptable
para un discurso contaminado,
fratricida y voluptuoso.
Ya nadie sueña con caléndulas ni flores amarillas.
La vida es un sueño que a veces nos despierta.
Pero aún persiste un remanente silente, consagrado y apóstol,
que mantiene viva la llama habitando lugares despejados,
con una piedra en el suelo esperando y una honda en la mano.
ya no es necesario
cuando la realidad falsea los contextos.
Ya nadie sueña con caléndulas ni flores amarillas.
La vida es un sueño que a veces nos despierta.
Palpando luces extraviadas
velamos relieves desgastados:
una anatomía desconocida.
Ya nadie sueña con caléndulas ni flores amarillas.
La vida es un sueño que a veces nos despierta.
Asistimos impasibles al desahucio
de la dignidad en el hombre
mientras ingerimos
la verdad adulterada del poderoso.
Ya nadie sueña con caléndulas ni flores amarillas.
La vida es un sueño que a veces nos despierta.
La servidumbre a las pluralidades
es un peaje aceptable
para un discurso contaminado,
fratricida y voluptuoso.
Ya nadie sueña con caléndulas ni flores amarillas.
La vida es un sueño que a veces nos despierta.
Pero aún persiste un remanente silente, consagrado y apóstol,
que mantiene viva la llama habitando lugares despejados,
con una piedra en el suelo esperando y una honda en la mano.