Editorial Alaire

J. J. M. Ferreiro, me llevo el cero de un bello poema. Mi aprecio, poeta.

Buen poema, Ferreiro, donde la duda se extiende en la calidad de tus versos. Me gustó.
Besos
Pilar

Carlos Justino Caballero escribió:J. J. M. Ferreiro, me llevo el cero de un bello poema. Mi aprecio, poeta.

Gracias, amigo Carlos, celebro que lo disfrutases.

Gracias por "abrir el paquete".

Un abrazo.

Pena que corre el pensamiento
como la fiebre de una duda auxiliadora.


Hermoso poema, amigo Ferreiro.
La duda que nos recorre en busca de auxilio.
Un gusto leerte y felicidades.

Pilar Morte escribió:Buen poema, Ferreiro, donde la duda se extiende en la calidad de tus versos. Me gustó.
Besos
Pilar

Gracias, Pilar por pasar y disfrutar.

Biquiños.

J. J. M. Ferreiro escribió:En los pechos del Dios
entraban las miradas tristes de las mujeres.
Es todo lo que el padre
nos ofrecía:
La aflicción donde apuntalar
la médula de las montañas,
para ir arrostrando la tierra;
viviéndola, extraviándola.

No vigiles el mundo.
Quémalo lentamente a voluntad,
hasta el culto del esplendor
o los desastres de la pena.
Pena que corre el pensamiento
como la fiebre de una duda auxiliadora.

Inútil esta luz
en una vastedad
heladamente oscura.

UN PLACER PASAR POR TU POEMA APRECIADO POETA.


FRATERNALÑ ABRAZO... Gallnnet

Qué visiones-emociones consigues aquí, Ferreiro amigo.

Aplausos sonoros, abrazos y felicidad.

Muy bello poema de Ferreiro.

Descreído te muestras en estas letras, como todo aquél que pretende culpar a la Deidad de las acciones de los hombres.
Como poema corto y conciso, con plena exposición de la idea. Bien escrito

Tal como lo dices... mucho ofreces.
Felicidades.

Un abrazo.
Ignacio

Una excelente calidad metafórica, aumenta el valor de este poema. Logras sobrepasar las visiones de una duda auxiliadora con la proyección de tu personalidad sobre el mundo exterior. Es el arte pleno de una gran sensibilidad. Felicidades, Ferreiro.

Un gran abrazo.

José Manuel F. Febles

MMartinezGo escribió:Pena que corre el pensamiento
como la fiebre de una duda auxiliadora.


Hermoso poema, amigo Ferreiro.
La duda que nos recorre en busca de auxilio.
Un gusto leerte y felicidades.

Gracias, amigo MMartínez, por tu paso y generosos comentarios.

Un abrazo.

J. J. M. Ferreiro escribió:En los pechos del Dios
entraban las miradas tristes de las mujeres.
Es todo lo que el padre
nos ofrecía:
La aflicción donde apuntalar
la médula de las montañas,
para ir arrostrando la tierra;
viviéndola, extraviándola.

No vigiles el mundo.
Quémalo lentamente a voluntad,
hasta el culto del esplendor
o los desastres de la pena.
Pena que corre el pensamiento
como la fiebre de una duda auxiliadora.

Parece inútil esta luz
en una vastedad
heladamente oscura.

Tu poema me trasporta a una edad casi primigenia del hombre; es decir, a una sabiduría ancestral, donde el mísero ser humano acepta su realidad de vivir, de persistir, de subsistir, y se siente abatido por el fulgurante mundo de la divinidad. Yo sé que el simbolismo (que es lo tuyo) se ha hecho tan íntimo que, muchas veces, es difícil, trabajoso, encontrar las huellas de tu caminata poética; pero, al mismo tiempo, pienso que tu poesía ha ganado tal profundidad que bien vale la pena indagarte, releerte, insistirte, hasta hacerme yo mismo el mensaje, amigo, porque la riqueza semántica, la polisemia de tus versos elimina cualquier sospecha de escritura automática. En tu versar se siente la "lógica del enigma".

De este poema, apreciado y admirado compañero, salgo impregnado de conciencia de mi condición humana, y salgo impregnado de poesía sin concesiones, de prolijidad formal, de ritmo perfecto, de una voz poética que retumba en mis oídos hasta mucho después de leerte.

Parece inútil esta luz
en una vastedad
heladamente oscura.


Este cierre es de una tristeza, de una resignación predestinada.

Un abrazo cordial.
Óscar

Gallardo Chambonnet escribió:

J. J. M. Ferreiro escribió:En los pechos del Dios
entraban las miradas tristes de las mujeres.
Es todo lo que el padre
nos ofrecía:
La aflicción donde apuntalar
la médula de las montañas,
para ir arrostrando la tierra;
viviéndola, extraviándola.

No vigiles el mundo.
Quémalo lentamente a voluntad,
hasta el culto del esplendor
o los desastres de la pena.
Pena que corre el pensamiento
como la fiebre de una duda auxiliadora.

Inútil esta luz
en una vastedad
heladamente oscura.

UN PLACER PASAR POR TU POEMA APRECIADO POETA.


FRATERNALÑ ABRAZO... Gallnnet

Gracias a ti amigo Gallardo, por tu paso y generosos comentarios.

Un abrazo