Metamorfosis
Publicado: Mar, 11 Nov 2014 21:43
Si la mirada es el reflejo del alma, la piel debe ser su paisaje. Un paisaje al que me
cuesta cada vez más regresar. Un paisaje que habita mi desolada mirada, que yerma en
su soledad fue preñada de huéspedes insolentes. Los veo en filas, interminables filas
negras y blancas en su marcha ritual. Lo que algún día pudo ser un paisaje liso y
sencillo, por donde se deslizara la risueña caricia, hoy se ha convertido en terreno ajado,
abrupto y lleno de grietas. Los huéspedes se cuelan en la hondura de mi sentimiento, al
fondo construyen sus nidos y colonias. Sin descanso van macerando los restos de un
cuerpo deshabitado, allí alimentan sus larvas. Yo ya nada puedo hacer, fui desalojado de
mi alma. Ahora veo pasear a las hormigas portando los restos del amor, atravesando mi
piel, sin descanso. Veo a las orugas arrastrando sus capullos, y de las enormes verrugas
veo eclosionar las larvas, que en cuestión de segundos son ya mariposas. Revolotean
alrededor de mis ojos, y acaban posándose en mis párpados cerrados. Antes de cerrarlos,
aún puedo ver su color rojo chillón, que vagamente me recuerda el color de unos labios.
Mi corazón sitiado se presta a ser nido de orugas. Mi alma, más sutil, aún intenta
escapar por el resquicio de la mirada, pero rápidamente es envuelta por una nube de
ojos, que deslumbran con su brillante rímel. Y, otra vez, queda atrapada el alma en su
prisión. Paciente espera su maceración, sueña con eclosionar del capullo y ser la
mariposa reina, que habrá de abandonar el cuerpo en descomposición, para ir a posarse
en un beso y habitar nuevos paisajes.
cuesta cada vez más regresar. Un paisaje que habita mi desolada mirada, que yerma en
su soledad fue preñada de huéspedes insolentes. Los veo en filas, interminables filas
negras y blancas en su marcha ritual. Lo que algún día pudo ser un paisaje liso y
sencillo, por donde se deslizara la risueña caricia, hoy se ha convertido en terreno ajado,
abrupto y lleno de grietas. Los huéspedes se cuelan en la hondura de mi sentimiento, al
fondo construyen sus nidos y colonias. Sin descanso van macerando los restos de un
cuerpo deshabitado, allí alimentan sus larvas. Yo ya nada puedo hacer, fui desalojado de
mi alma. Ahora veo pasear a las hormigas portando los restos del amor, atravesando mi
piel, sin descanso. Veo a las orugas arrastrando sus capullos, y de las enormes verrugas
veo eclosionar las larvas, que en cuestión de segundos son ya mariposas. Revolotean
alrededor de mis ojos, y acaban posándose en mis párpados cerrados. Antes de cerrarlos,
aún puedo ver su color rojo chillón, que vagamente me recuerda el color de unos labios.
Mi corazón sitiado se presta a ser nido de orugas. Mi alma, más sutil, aún intenta
escapar por el resquicio de la mirada, pero rápidamente es envuelta por una nube de
ojos, que deslumbran con su brillante rímel. Y, otra vez, queda atrapada el alma en su
prisión. Paciente espera su maceración, sueña con eclosionar del capullo y ser la
mariposa reina, que habrá de abandonar el cuerpo en descomposición, para ir a posarse
en un beso y habitar nuevos paisajes.