Editorial Alaire

A la hora de dormir, cuando alguien está peinándose en dirección contraria
a su mano lavada por última vez con un jabón de hojas secas y zarzas verdes,
unos ojos detienen un péndulo y de un ombligo empieza a manar saliva.
La muerte ha sido desalojada por la blanda electricidad del movimiento final.
El relieve y el declive del mundo son la misma estación,
y el monumento de los sentidos se deja penetrar por una erosión incipiente.
El cuerpo de alguien es una hoguera en la cima de una oscura montaña.
El águila lo ve, el león lo ve, toda la mitología elemental desciende hasta cristalizar
ahí donde el velo de una semejanza cubre una porción del significado perdido,
iluminada por el ir y venir de las mejillas,
por los giros del cuello,
por los tendones erectos de los pies cuyas plantas nada anhelan;
por los omóplatos clavados en la tierra de tanto abrir los brazos
para rodear la espalda de quien nunca duerme.

El reflejo es un encuentro de imposibles, el cuerpo es un paisaje colosal en el que establecer estaciones que siempre son de regreso, de reencuentro, de despegue y aterrizar de tentáculos.
Siempre un placer para los sentidos leerte.
Un abrazo amigo

ese rolar de las partes hasta acomodarse para sentir la luz o su ausencia. es verdad uno no sabe cuando es relieve o cuando es declive lo que lo condiciona. temado un abrazo

Interesante y bella reflexión en tus versos, Bruno.
Un fuerte abrazo

Ventura, sí, es cierto, el cuerpo quiere volver, a pesar de que ya esté lejos.Quiere abarcar a dios, a ko que no puede ser simbolizado.

Macedonio, es la peor de las órbitas, uno no sabe bien de qué es satélite, sólo sabe que hay una luz.Abrazo grande, amigo.

Miguel Ángel, te agradezco mucho.Recibe un fuerte abrazo.

Bruno Laja, reflexión de hondura y buen decir, poeta!

Carlos, te agradezco mucho, amigo. Recibe un fuerte abrazo.

Bruno Laja escribió:A la hora de dormir, cuando alguien está peinándose en dirección contraria
a su mano lavada por última vez con un jabón de hojas secas y zarzas verdes,
unos ojos detienen un péndulo y de un ombligo empieza a manar saliva.
La muerte ha sido desalojada por la blanda electricidad del movimiento final.
El relieve y el declive del mundo son la misma estación,
y el monumento de los sentidos se deja penetrar por una erosión incipiente.
El cuerpo de alguien es una hoguera en la cima de una oscura montaña.
El águila lo ve, el león lo ve, toda la mitología elemental desciende hasta cristalizar
ahí donde el velo de una semejanza cubre una porción del significado perdido,
iluminada por el ir y venir de las mejillas,
por los giros del cuello,
por los tendones erectos de los pies cuyas plantas nada anhelan;
por los omóplatos clavados en la tierra de tanto abrir los brazos
para rodear la espalda de quien nunca duerme.

Este poema me ha resultado, sencillamente, bello y emocionante. Ciertamente, es imposible encontrarle un mensaje directo, cognitivo; pero, en su estructura, en su lenguaje, en sus enigmáticas metáforas, encuentro un universo de basta humanidad, veo al hombre debatirse en la ambigüedad existencial, en la obligación de vivir.
Sus ondas expansivas son múltiples, aceradas, que penetran los intersticios del espíritu. No es un surrealismo clásico. Acá, en este espléndido trabajo, hay una materia que ha sido moldeada a voluntad del poeta, del refinado artista.

Quiero agregar que, además del fondo, el poeta ha logrado un ritmo espléndido de compases largos, mezcla de repeticiones retóricas y cadencias sutiles del pensamiento.

Te felicito, amigo, por la evolución de tu poética. Tu aporte al foro quizás sea de una originalidad admirable. Al menos, yo lo veo así.

Un abrazo efusivo.
Óscar

Óscar, te agradezco tu consideración, tu amabilidad, y tu dedicación.Recibe un fuette abrazi.