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Carmen López escribió:
La forma de mi corazón
es un árbol, un álamo o abedul,
verde, siempre verde,
que el viento agita,
que mece la brisa,
o sacude la tormenta,
el tiempo breve en que se caen las hojas,
en que cruje su corteza,
su solitario cauce a la intemperie,
en que invariable y lentamente
vuelven a surgir brotes
como hojas o latidos,
el olor a savia nueva
que un día será promesa
de una nueva primavera.
Gracias, Virginia por tu tiempo para este pequeño poema.Virginia Nas escribió:Un corazón lleno de esperanza y renovación. Nos leemos
El corazón es un músculo...o eso dicen.MMartinezGo escribió:Un corazón que se regenera lleno de fuerza interior.
Hermosos versos, Carmen.
Un abrazo
Gracias, Mirta, por el tiempo para este pequeño poema, por leer y pasarte a comentar, por tu bello comentario.MIRTA ELENA TESSIO escribió:Corazón de árbol, mujer con brotes y hojas que caen, acariciada por los cuatro vientos.
Bellos versos en tu corazón de árbol.
Abrazo Poetisa.
Gracias, Carlos por la belleza de tus nobles comentarios, por el calor que siempre encuentro en ellos y me llega siempre de tu bondad.Carlos Justino Caballero escribió:Carmen López escribió:
La forma de mi corazón
es un árbol, un álamo o abedul,
verde, siempre verde,
que el viento agita,
que mece la brisa,
o sacude la tormenta,
el tiempo breve en que se caen las hojas,
en que cruje su corteza,
su solitario cauce a la intemperie,
en que invariable y lentamente
vuelven a surgir brotes
como hojas o latidos,
el olor a savia nueva
que un día será promesa
de una nueva primavera.
La forma de tu corazón es "así" de grande y "así" de bella!! Con mi afecto.
Gracias Manuel, por ese "estar" y que dice quien "eres".Manuel Alonso escribió:Estupendo amiga, me ha gustado mucho esa inclinación de tus versos por los árboles, y el final es magnífico. Un beso, amiga.
Carmen López escribió:
La forma de mi corazón
es un árbol, un álamo o abedul,
verde, siempre verde,
que el viento agita,
que mece la brisa,
o sacude la tormenta,
el tiempo breve en que se caen las hojas,
en que cruje su corteza,
su solitario cauce a la intemperie,
en que invariable y lentamente
vuelven a surgir brotes
como hojas o latidos,
el olor a savia nueva
que un día será promesa
de una nueva primavera.