PABLO, EL ANÓNIMO DE PIEDRA
Publicado: Vie, 07 Nov 2014 17:43
Oscuro puma cordillerano,
trabajador silencioso y brillante,
el puente Licantén cuelga de tu sombra.
La madera tallada en los ojos de padre,
tu mano obrera,
tu voz profunda como las oscuridades sureñas,
esas que cantan desde el olvido,
con esa voz de árbol,
con esa voz de pájaro,
con esa boca de niño grande y furiosa,
ese canto doliente del ayer.
Pablo ascendió del barro,
de las piedras coronadas de silencio,
los pies grises de arriero prematuro,
de niñez devorada,
aquella que germinó en las alturas
con versos alados y maulinos,
bravos como su primer vuelo contra el sol,
contra los muslos del abismo
y los besos madurados tal racimo
muerden las abejas de tus labios.
Dicen que tu pecho era un acantilado
lleno de pájaros sombríos,
de luciérnagas pasajeras,
esas que quise encontrar en tus pupilas
y solo pude ver el fugaz revoloteo
de estrellas juguetonas
bajo las tapas roídas de un libro.
¿Fuiste lejos?
como un pequeño astro taciturno,
a media luz,
que apenas distingo entre la niebla
y los gemidos de aquellos árboles que te llaman.
Esa lejanía Talquina,
de hombre fi el,
que aun camina por las calles
chorreando palabras altivas,
por la ciudad magullada,
parecido a un conductor de ferrocarril,
parecido a mí,
a un susurro volcánico
que continúa brotando para siempre.
Elevaste nuestra bandera
así mismo un cometa glorioso,
desde el infinito cielo dormido,
porque tu caballo era cósmico
y la nebulosa mortalmente hermosa
tan hermosa que se enamoró de ti,
besó tu frente perpetua,
tus poemas rajados de tiempo,
y te sigue besando desde el corazón
de las quebradas del silencio.
A ti, el amigo de piedra.
Poema seleccionado en el libro 120 Poemas para Pablo de Rokha / Ediciones Askasis - Chile 2014.
trabajador silencioso y brillante,
el puente Licantén cuelga de tu sombra.
La madera tallada en los ojos de padre,
tu mano obrera,
tu voz profunda como las oscuridades sureñas,
esas que cantan desde el olvido,
con esa voz de árbol,
con esa voz de pájaro,
con esa boca de niño grande y furiosa,
ese canto doliente del ayer.
Pablo ascendió del barro,
de las piedras coronadas de silencio,
los pies grises de arriero prematuro,
de niñez devorada,
aquella que germinó en las alturas
con versos alados y maulinos,
bravos como su primer vuelo contra el sol,
contra los muslos del abismo
y los besos madurados tal racimo
muerden las abejas de tus labios.
Dicen que tu pecho era un acantilado
lleno de pájaros sombríos,
de luciérnagas pasajeras,
esas que quise encontrar en tus pupilas
y solo pude ver el fugaz revoloteo
de estrellas juguetonas
bajo las tapas roídas de un libro.
¿Fuiste lejos?
como un pequeño astro taciturno,
a media luz,
que apenas distingo entre la niebla
y los gemidos de aquellos árboles que te llaman.
Esa lejanía Talquina,
de hombre fi el,
que aun camina por las calles
chorreando palabras altivas,
por la ciudad magullada,
parecido a un conductor de ferrocarril,
parecido a mí,
a un susurro volcánico
que continúa brotando para siempre.
Elevaste nuestra bandera
así mismo un cometa glorioso,
desde el infinito cielo dormido,
porque tu caballo era cósmico
y la nebulosa mortalmente hermosa
tan hermosa que se enamoró de ti,
besó tu frente perpetua,
tus poemas rajados de tiempo,
y te sigue besando desde el corazón
de las quebradas del silencio.
A ti, el amigo de piedra.
Poema seleccionado en el libro 120 Poemas para Pablo de Rokha / Ediciones Askasis - Chile 2014.