La Esperanza
Publicado: Mar, 13 May 2008 17:50
La Esperanza
A Giuseppe Verdi caído en la Nieve
Tengo leído u oído de Pedro Arguedas Ibáñez, que el golpe de la portezuela de un auto nos deja afuera, en silencio, llenos de nosotros mismos, como pájaros sin cuerdas, o como movimientos de hielo, como cuerpos de rimel amasado, azules y vacíos cual el hueso de un duende que cayó en la sombra
Realmente no sé si fue Pedro quien dijo esto, pienso, mientras camino entre un soplido azucarado de hojas secas que flotan a media altura como medallas indias, como el vapor que mana del rostro de una bruja
Al lado pasa el tren cargado de sombreros y silba por la corneta labial como un lince bigotudo, tose atravesando la jangada amarilla como rompiendo un huevo de alondra entre las matas
Voy pateando construcciones de palo, marabuntas marchitas que parecen corazones de ovillo o relojes de bolsillo partidos en forma de rombo, voy pateando tuercas de avioneta de la gran guerra, revistas donde las piernas siempre van vestidas de espuma
Los antebrazos obreros de las ramas me levantan las solapas, me escupen las aves enfermas su baba de oro, y veo colgar de las tejas patas peludas y rojas de gallos con máscara
Las monedas brillan en el agua sucia
Los zapatos mojados están llenos de ranas
Veo medias con sangre donde crecen pelusas de plantas, higos, lentejuelas invisibles y cáscaras
Huele a manzanas atadas, a bolsas, a jamón crudo, a manos de linyera, huele a hierro de lluvia y a pasas
Respiro a litros, camino a cántaros, pienso por rollos la esperanza
la esperanza
Rafael Teicher
A Giuseppe Verdi caído en la Nieve
Tengo leído u oído de Pedro Arguedas Ibáñez, que el golpe de la portezuela de un auto nos deja afuera, en silencio, llenos de nosotros mismos, como pájaros sin cuerdas, o como movimientos de hielo, como cuerpos de rimel amasado, azules y vacíos cual el hueso de un duende que cayó en la sombra
Realmente no sé si fue Pedro quien dijo esto, pienso, mientras camino entre un soplido azucarado de hojas secas que flotan a media altura como medallas indias, como el vapor que mana del rostro de una bruja
Al lado pasa el tren cargado de sombreros y silba por la corneta labial como un lince bigotudo, tose atravesando la jangada amarilla como rompiendo un huevo de alondra entre las matas
Voy pateando construcciones de palo, marabuntas marchitas que parecen corazones de ovillo o relojes de bolsillo partidos en forma de rombo, voy pateando tuercas de avioneta de la gran guerra, revistas donde las piernas siempre van vestidas de espuma
Los antebrazos obreros de las ramas me levantan las solapas, me escupen las aves enfermas su baba de oro, y veo colgar de las tejas patas peludas y rojas de gallos con máscara
Las monedas brillan en el agua sucia
Los zapatos mojados están llenos de ranas
Veo medias con sangre donde crecen pelusas de plantas, higos, lentejuelas invisibles y cáscaras
Huele a manzanas atadas, a bolsas, a jamón crudo, a manos de linyera, huele a hierro de lluvia y a pasas
Respiro a litros, camino a cántaros, pienso por rollos la esperanza
la esperanza
Rafael Teicher