UNA REALIDAD QUE SE REPITE
Publicado: Lun, 27 Oct 2014 21:03
Mauricio observa una realidad que se repite. La muerte, asegura, no es más que el principio de una nueva vida. Con los años se le ha afinado el juicio y es más sereno. Conserva aún un mirar de niño en un rostro que badila cuando se mira en los espejos. A veces se le encienden los ojillos si un recuerdo le atraviesa el alma, es entonces que aprieta los labios y en su carita se vislumbra el mismo desamparo que siente un niño cuando la madre le dice que no le quiere. Mauricio resopla constantemente, es su forma de aliviarse, como si en la marea de su respiración, de tarde en tarde, una bocanada de aire más intensa le obligara a expulsar toda la pesadez acumulada en sus espaldas.
Mauricio es creyente y está convencido de que todo tiene una explicación, nada pasa por casualidad, suele repetirse con una voz firme y sin resquicios. Siempre que afirma algo que le parece trascendente mueve de arriba abajo la cabeza varias veces en un ademán serio y contundente, en un modo de dar mayor relevancia a lo que dice.
La clave de su lucidez, que a su edad muchos envidian, reside en lo que cree, y lo que cree es un magma que bulle inmensamente desde un corazón calibrado con el tiempo, donde las pasiones dieron paso a un recogimiento interior que le proporciona una imagen diáfana de lo divino.
Mauricio observa esta realidad que se repite, al fin y al cabo no se puede luchar contra algo que a todos nos llega, vuelve a afirmar bamboleando esta vez la cabeza de un lado a otro en un gesto de resignación. Sin embargo, a veces se le ve jugar solo en una esquina del bar con una baraja de cartas entre las manos y, como retando al destino, sonríe disimuladamente cuando le sale la figura del comodín que proyectó desde su mente.
Mauricio es creyente y está convencido de que todo tiene una explicación, nada pasa por casualidad, suele repetirse con una voz firme y sin resquicios. Siempre que afirma algo que le parece trascendente mueve de arriba abajo la cabeza varias veces en un ademán serio y contundente, en un modo de dar mayor relevancia a lo que dice.
La clave de su lucidez, que a su edad muchos envidian, reside en lo que cree, y lo que cree es un magma que bulle inmensamente desde un corazón calibrado con el tiempo, donde las pasiones dieron paso a un recogimiento interior que le proporciona una imagen diáfana de lo divino.
Mauricio observa esta realidad que se repite, al fin y al cabo no se puede luchar contra algo que a todos nos llega, vuelve a afirmar bamboleando esta vez la cabeza de un lado a otro en un gesto de resignación. Sin embargo, a veces se le ve jugar solo en una esquina del bar con una baraja de cartas entre las manos y, como retando al destino, sonríe disimuladamente cuando le sale la figura del comodín que proyectó desde su mente.