Cajitas de Muerte
Publicado: Lun, 12 May 2008 17:15
Cajitas de Muerte
I
La muerte duerme en una caja de pétalos con los pies hediendo a luna.
Tapada hasta la perilla con una sinfonía de Mahler, le saltan las trenzas cinemáticas, mojando cual besugos
las almohadas.
II
La muerte es el fin del mundo individual que llega por el caramelo de las luces, aviadora de la guerra del catorce con las gafas puestas.
Vuela como un pavo a ras de los colores, mirando en rosado y con el vientre en el pozo de los sexos.
III
La muerte es como el grito de la clavícula del mundo, cuando se quiebra en un combate.
Como la apertura de la leche contra el labio, así es la muerte.
IV
A la muerte le hacen el amor en un bazar, entre las pajas que protegen la vajilla finamente renegrida.
La violan con un ramo de hielo.
V
Tengo la capa de la muerte en un cofre de madera, luce como un ornitorrinco deshinchado.
Huele a limadura de uranio, a la menstruación del aire que envuelve la sandía. Huele a mancha de pólvora en el pato. Huele a garrapata blanca cubierta con ceniza.
Huele fuerte como el bronce.
VI
La muerte se esconde en la moviola con la capucha cubriéndole la calva, da manija al celuloide sonriendo como un bruto.
Se derrumba en el buche del escuerzo como el rezo derretido, gotosa muerte.
VII
Rompo un huevo contra el mármol. La muerte chupa los marfiles como un cerdo, procurando los pezones.
VIII
Cuando caigan los nidos en el río y las canoas bordadas se deshagan como conchas, estaré más muerto que un ladrido.
Moriré por arroparla con papel tisú, o por llevarla en moto hasta la orilla de la fuente.
IX
La muerte se cuelga del escote un alma de conejo, musical como el vestido.
El bosque la intimida cuando no existe, cuando es espacio de olor, madera abstracta.
X
La muerte corre los visillos de este cruce y mete su hocico cimarrón, soplando el toldo de la mente hasta aplanarlo.
Cuando estemos muertos tendremos corazones de berrido, trote de mulas como manos.
XI
El sexo de la muerte es oblongo y tiene un pluviómetro por ojo, una parábola le cuelga hasta la mecha.
Para atarla debe usarse hilo de baba de novicia, cinta de luna llena.
XII
Nunca le hables de amor por el embudo de la idea, que es alérgica a los bríos.
Y si vas a besarla en las orejas ponte un kimono de viento.
PD: Traba la caja de la muerte antes de pasarla.
Rafael Teicher
I
La muerte duerme en una caja de pétalos con los pies hediendo a luna.
Tapada hasta la perilla con una sinfonía de Mahler, le saltan las trenzas cinemáticas, mojando cual besugos
las almohadas.
II
La muerte es el fin del mundo individual que llega por el caramelo de las luces, aviadora de la guerra del catorce con las gafas puestas.
Vuela como un pavo a ras de los colores, mirando en rosado y con el vientre en el pozo de los sexos.
III
La muerte es como el grito de la clavícula del mundo, cuando se quiebra en un combate.
Como la apertura de la leche contra el labio, así es la muerte.
IV
A la muerte le hacen el amor en un bazar, entre las pajas que protegen la vajilla finamente renegrida.
La violan con un ramo de hielo.
V
Tengo la capa de la muerte en un cofre de madera, luce como un ornitorrinco deshinchado.
Huele a limadura de uranio, a la menstruación del aire que envuelve la sandía. Huele a mancha de pólvora en el pato. Huele a garrapata blanca cubierta con ceniza.
Huele fuerte como el bronce.
VI
La muerte se esconde en la moviola con la capucha cubriéndole la calva, da manija al celuloide sonriendo como un bruto.
Se derrumba en el buche del escuerzo como el rezo derretido, gotosa muerte.
VII
Rompo un huevo contra el mármol. La muerte chupa los marfiles como un cerdo, procurando los pezones.
VIII
Cuando caigan los nidos en el río y las canoas bordadas se deshagan como conchas, estaré más muerto que un ladrido.
Moriré por arroparla con papel tisú, o por llevarla en moto hasta la orilla de la fuente.
IX
La muerte se cuelga del escote un alma de conejo, musical como el vestido.
El bosque la intimida cuando no existe, cuando es espacio de olor, madera abstracta.
X
La muerte corre los visillos de este cruce y mete su hocico cimarrón, soplando el toldo de la mente hasta aplanarlo.
Cuando estemos muertos tendremos corazones de berrido, trote de mulas como manos.
XI
El sexo de la muerte es oblongo y tiene un pluviómetro por ojo, una parábola le cuelga hasta la mecha.
Para atarla debe usarse hilo de baba de novicia, cinta de luna llena.
XII
Nunca le hables de amor por el embudo de la idea, que es alérgica a los bríos.
Y si vas a besarla en las orejas ponte un kimono de viento.
PD: Traba la caja de la muerte antes de pasarla.
Rafael Teicher