
¡Zumba, mamá, la rumba y tambó!
¡Mabimba, mabomba y bombó!
José Z. Tallet.
Será verdad que la vida
Sin el manto aparentado,
culteranismo crochet,
con el lenguaje perlado
pueda volverse café?
Mi abuela sirve la mesa,
mi abuelo el Cucalambé.
Sin pretender lo que fue
perífrasis de lindeza,
tan distinta la rareza
del vendedor ambulante,
del tambor y del cantante.
Mi abuela saca el balance
y el perro ladra otra vez.
Ni Gianbattista Marino
para inculcar el peciolo
pudo de aquel período,
conceptista del barroco,
cambiar lo claro del coco
por la piel de Mama Inés.
Mi abuela le gusta el mambo,
mi abuelo baila bembé.
Lo mismo que aquel lenguaje,
por más culto y refinado,
con el estilo crochet,
salsa, panal y sandunga,
pudo evitar que la rumba
se escribiera con el pie.
Mi abuelo fuma tabaco,
mi abuela prende el quinké.
¿Será verdad que la vida,
sin el estilo caché,
pueda volverse bebida,
degustarse sin medida,
como el grano del café?
10/3/14
O. Llombart.