COMO SALIDA DE UN KIMONO
Publicado: Mié, 08 Oct 2014 0:05
Como salida de un Kimono...
Ando como hoja seca rozándome
con el cuchicheo de viejos pastizales.
Su voz lánguida me llueve por dentro
y abre las compuertas de mi encierro,
reclusas al conjuro de una marcha forzada.
Voy...
como estrella caída del horizonte
al descubierto,
bajo el sereno del campo raso.
La piel se eriza
cuando la brisa invade su lengua de fuego.
Y se desarma lo ígneo ante el aluvión de la idea
que me conecta simbióticamente,
con el otro lado del misterio.
Mística,
redoblo el tamboril de mis sentidos
donde el tiempo se me ajusta al talle
como si fuera el moño de un kimono
que se me ha hecho carne.
Y casi sin darme cuenta,
penetro en ese sueño de adormideras
que me arrulla continente
en sus brazos de nodriza.
No sé bien dónde estoy,
ni sé cuándo ni por qué me perdí
dentro de la estrofa señera.
Solo voy...
me dejo llevar a otra dimensión
donde levito sin conciencia.
Quizás allí,
suspendida de los paragüas del olvido
pueda revelarme a mí misma que soy ese éter -jugo de mi existencia-
que trago a sabiendas,
y que en su sabor acerbo concentro
lo agridulce de mi esencia.
Allí
donde nadie me ve y nadie me escucha
puedo llorar sin prisas... puedo gritar
raudamente
y puedo morir de un suspiro;
Mientras doy mis pasos vacilantes
apoyando bien las plantas
sobre el puente de rosas
que a mis pies se me ha tendido.
Soy
simplemente, eso... un beso de aire
que sopla en la alfombra;
Un ente que flota grácil
por el espacio extra-corpóreo
tratando de sellar con su aliento
la herida
que le abriera inoportuna,
la metralla de la vida con sus dientes.
Y dicen que ésa es la sal...
que limpia y revierte.
Mitsy Grey
Junio de 2014
Todos los derechos reservados
Ando como hoja seca rozándome
con el cuchicheo de viejos pastizales.
Su voz lánguida me llueve por dentro
y abre las compuertas de mi encierro,
reclusas al conjuro de una marcha forzada.
Voy...
como estrella caída del horizonte
al descubierto,
bajo el sereno del campo raso.
La piel se eriza
cuando la brisa invade su lengua de fuego.
Y se desarma lo ígneo ante el aluvión de la idea
que me conecta simbióticamente,
con el otro lado del misterio.
Mística,
redoblo el tamboril de mis sentidos
donde el tiempo se me ajusta al talle
como si fuera el moño de un kimono
que se me ha hecho carne.
Y casi sin darme cuenta,
penetro en ese sueño de adormideras
que me arrulla continente
en sus brazos de nodriza.
No sé bien dónde estoy,
ni sé cuándo ni por qué me perdí
dentro de la estrofa señera.
Solo voy...
me dejo llevar a otra dimensión
donde levito sin conciencia.
Quizás allí,
suspendida de los paragüas del olvido
pueda revelarme a mí misma que soy ese éter -jugo de mi existencia-
que trago a sabiendas,
y que en su sabor acerbo concentro
lo agridulce de mi esencia.
Allí
donde nadie me ve y nadie me escucha
puedo llorar sin prisas... puedo gritar
raudamente
y puedo morir de un suspiro;
Mientras doy mis pasos vacilantes
apoyando bien las plantas
sobre el puente de rosas
que a mis pies se me ha tendido.
Soy
simplemente, eso... un beso de aire
que sopla en la alfombra;
Un ente que flota grácil
por el espacio extra-corpóreo
tratando de sellar con su aliento
la herida
que le abriera inoportuna,
la metralla de la vida con sus dientes.
Y dicen que ésa es la sal...
que limpia y revierte.
Mitsy Grey
Junio de 2014
Todos los derechos reservados