Editorial Alaire

Pilar Morte escribió:Resumir la vida,
la pulsación de tantos corazones,
la flor derramada,
el tallo seco que quedó ciego.

Buscar en la memoria
y no saber lo que fue verdad,
la ilusión vertida, las elecciones que no cribó la razón,
el instinto que llevó a subsistir,
esa amistad que se bautizó con afecto eterno
y desapareció en la divergencia del camino.

Llegar al último granero
donde amasamos el pan de la conciencia,
la que flotaba en las arterias,
nos hacía soñar con infinitos
y obedecer lo que no era nuestro.

Hoy me pregunto:
cuánto hubo de mí, cuándo la mirada se hizo alma,
qué me hizo transitar senderos sin salida
o cuántas azucenas florecieron en mis manos
cuyo aroma no alcanzaba el rostro.

Pero no sé nombrar la vida,
se me olvidó leer
y los años no me hicieron sabia.
Solo aprendí que lo que no se vive muere,
que es irrepetible el segundo,
que ya solo me sirve el latido del amor.

Hoy me pregunto:
cuánto hubo de mí, cuándo la mirada se hizo alma,

qué me hizo transitar senderos sin salida
o cuántas azucenas florecieron
en mis manos
cuyo aroma no alcanzaba el rostro.

Pero no sé nombrar
la vida,
se me olvidó leer
y los años no me hicieron sabia.
Solo
aprendí que lo que no se vive muere,
que es irrepetible el
segundo,
que ya solo me sirve el latido del amor.

Gallardo Chambonnet escribió:

Pilar Morte escribió:Resumir la vida,
la pulsación de tantos corazones,
la flor derramada,
el tallo seco que quedó ciego.

Buscar en la memoria
y no saber lo que fue verdad,
la ilusión vertida, las elecciones que no cribó la razón,
el instinto que llevó a subsistir,
esa amistad que se bautizó con afecto eterno
y desapareció en la divergencia del camino.

Llegar al último granero
donde amasamos el pan de la conciencia,
la que flotaba en las arterias,
nos hacía soñar con infinitos
y obedecer lo que no era nuestro.

Hoy me pregunto:
cuánto hubo de mí, cuándo la mirada se hizo alma,
qué me hizo transitar senderos sin salida
o cuántas azucenas florecieron en mis manos
cuyo aroma no alcanzaba el rostro.

Pero no sé nombrar la vida,
se me olvidó leer
y los años no me hicieron sabia.
Solo aprendí que lo que no se vive muere,
que es irrepetible el segundo,
que ya solo me sirve el latido del amor.

Hoy me pregunto:
cuánto hubo de mí, cuándo la mirada se hizo alma,

qué me hizo transitar senderos sin salida
o cuántas azucenas florecieron
en mis manos
cuyo aroma no alcanzaba el rostro.

Pero no sé nombrar
la vida,
se me olvidó leer
y los años no me hicieron sabia.
Solo
aprendí que lo que no se vive muere,
que es irrepetible el
segundo,
que ya solo me sirve el latido del amor.

EXCELENTE POEMA... Y ESAS DOS ÚLTIMAS ESTROFAS LAS CORONO CON SINCEROS APLAUSOS


ABRAZO FRATERNAL . PILAR EXELENTE POETISA... Gallnnet

Mitsy Grey escribió:Un "latido de amor" existencialista y autoreflexivo, que signa una vida
y la de tantos que permanecemos aún, en este valle de Lágrimas.

Me ha encantado leerte, pilar... Enhorabuena y besos de

Gracias, Mitsy, por tu amabilidad al leer el poema y comentar
Besos
Pilar
Mitsy

Nimaos Llombart escribió:Buscar en la memoria
y no saber lo que fue verdad,
la ilusión vertida, las elecciones que no cribó la razón,
el instinto que llevó a subsistir,
esa amistad que se bautizó con afecto eterno
y desapareció en la divergencia del camino.


Mucho que pensar y de que hablar acerca de este renglón que se da como una ficción, dentro del mismo fundamento del poema de vida. Amiga Pilar me da mucho gusto estrecharte con un beso. Recibe mi total apoyo y aprecio.


O. Llombart.

Pilar Morte escribió:Resumir la vida,
la pulsación de tantos corazones,
la flor derramada,
el tallo seco que quedó ciego.

Buscar en la memoria
y no saber lo que fue verdad,
la ilusión vertida, las elecciones que no cribó la razón,
el instinto que llevó a subsistir,
esa amistad que se bautizó con afecto eterno
y desapareció en la divergencia del camino.

Llegar al último granero
donde amasamos el pan de la conciencia,
la que flotaba en las arterias,
nos hacía soñar con infinitos
y obedecer lo que no era nuestro.

Hoy me pregunto:
cuánto hubo de mí, cuándo la mirada se hizo alma,
qué me hizo transitar senderos sin salida
o cuántas azucenas florecieron en mis manos
cuyo aroma no alcanzaba el rostro.

Pero no sé nombrar la vida,
se me olvidó leer
y los años no me hicieron sabia.
Solo aprendí que lo que no se vive muere,
que es irrepetible el segundo,
que ya solo me sirve el latido del amor.