Cáceres
Publicado: Dom, 28 Sep 2014 3:11
Ahora que la voz del merolico
y tus alegres cantos de banqueta
sutiles se apagaron con la noche;
ahora que el silencio sabe a estrella,
ahora que tus brazos, negro asfalto,
se abrazan dulcemente de tus torres,
oigo tus voces, como heraldo viento.
Esas calladas voces de concreto
que miran con nostalgia hacia el pasado,
con sus ojos de bardo y de juglar.
Atalaya discreta y soñadora,
con tus pieles de muros abatidos,
que beben siglos y nos dan historia,
en el viñedo de tu pueblo viejo.
Ahora que la vida se ha cerrado,
te vistes con la túnica del tiempo,
y vuelves lentamente a tus memorias.
Recuerdas esas hojas como lenguas
de fuego que acarician tus tejados
como rojo obituario del estío,
o alfombra que recibe a tus inviernos.
Te miras cobijada en el abrigo
de campos de cerezos en tus valles,
cuando llega a tu piel la primavera,
curando las mordidas del invierno.
y asi dormida en paz, bajo la luna
te buscan incesantes mis palabras,
para dejar un verso en tu regazo.
Hablame tú, del implacable moro
que pisoteó tu piel bajo sus plantas,
la sangre valerosa de tus hijos
cayendo con valor bajo su espada;
Que no caiga en las garras del olvido
tu carne herida al golpe de metralla
del dictador que le gruñó a la vida,
al sátrapa que hirió más que tu alma.
Dime,Caceres, tú, de los postines
que fueron emergiendo de tu espalda
mirando al mundo y desafiando al viento
bajo la extensa ocupación romana.
Si te apetece abrimos esta noche
la historia que tendrás muy bien guardada
en los nichos que yacen atrapados
en arcos que flanquean tus entradas.
Cuentame de tus planes de futuro,
y arrulla con anécdotas mis sueños
antes que nos sorprenda la manana;
en la tertulia de un sutil desvelo,
que cuando el sol nos abra sus alforjas
y prenda su candil de forastero,
tú habrás de despertar a tu destino,
de maternal vigía de los tiempos,
y yo, pluma en los pliegues de un segundo
yo habré de dormitar entre mis versos.
- Javier
y tus alegres cantos de banqueta
sutiles se apagaron con la noche;
ahora que el silencio sabe a estrella,
ahora que tus brazos, negro asfalto,
se abrazan dulcemente de tus torres,
oigo tus voces, como heraldo viento.
Esas calladas voces de concreto
que miran con nostalgia hacia el pasado,
con sus ojos de bardo y de juglar.
Atalaya discreta y soñadora,
con tus pieles de muros abatidos,
que beben siglos y nos dan historia,
en el viñedo de tu pueblo viejo.
Ahora que la vida se ha cerrado,
te vistes con la túnica del tiempo,
y vuelves lentamente a tus memorias.
Recuerdas esas hojas como lenguas
de fuego que acarician tus tejados
como rojo obituario del estío,
o alfombra que recibe a tus inviernos.
Te miras cobijada en el abrigo
de campos de cerezos en tus valles,
cuando llega a tu piel la primavera,
curando las mordidas del invierno.
y asi dormida en paz, bajo la luna
te buscan incesantes mis palabras,
para dejar un verso en tu regazo.
Hablame tú, del implacable moro
que pisoteó tu piel bajo sus plantas,
la sangre valerosa de tus hijos
cayendo con valor bajo su espada;
Que no caiga en las garras del olvido
tu carne herida al golpe de metralla
del dictador que le gruñó a la vida,
al sátrapa que hirió más que tu alma.
Dime,Caceres, tú, de los postines
que fueron emergiendo de tu espalda
mirando al mundo y desafiando al viento
bajo la extensa ocupación romana.
Si te apetece abrimos esta noche
la historia que tendrás muy bien guardada
en los nichos que yacen atrapados
en arcos que flanquean tus entradas.
Cuentame de tus planes de futuro,
y arrulla con anécdotas mis sueños
antes que nos sorprenda la manana;
en la tertulia de un sutil desvelo,
que cuando el sol nos abra sus alforjas
y prenda su candil de forastero,
tú habrás de despertar a tu destino,
de maternal vigía de los tiempos,
y yo, pluma en los pliegues de un segundo
yo habré de dormitar entre mis versos.
- Javier