Las flores y su morir
Publicado: Lun, 22 Sep 2014 15:10
Las flores y su morir
A Ferreiro con todo afecto a su poesía
En el perjuro cantar del enrarecido pacto con el diablo,
están las fecundas flores en ese lugar del laberinto;
las flores que aquejan sus dolencias.
Donde la primavera yace gimiente, como tú y las ausencias.
están llenos los campos de pétalos y belleza,
mas no tu boca de enfurecidas víboras en Egipto.
Se templa el lugar de los dioses con flores, como el viento,
el amparo de la muerte juzga las hambrunas del orificio dental,
todo se templa con el fuego de las guerras pasadas.
Las flores y su morir, cruzan los puentes como dragones,
sentimientos de reyes que cristalizan el mas allá de tu boca;
lubricantes goces de sexos fluyen en ese refugio agónico.
Flores que mueren en el perjuro cantar del enrarecido pacto
esos cantares del engalanado barco que surca el mar y tus venas.
El fuego, el agua, la lengua que gime y que reza el pacto,
tus ojos, tu boca y el pensamiento de garantizar felicidad loca;
en el perjuro cantar se muere el tiempo y esas manos
esos rostros, que mienten con los espejos de ultramundos,
sin embargo agarro la piel del gato y me lo meto en la cama
hasta que la lluvia cae sobre mis dolientes flores del ayer.
A Ferreiro con todo afecto a su poesía
En el perjuro cantar del enrarecido pacto con el diablo,
están las fecundas flores en ese lugar del laberinto;
las flores que aquejan sus dolencias.
Donde la primavera yace gimiente, como tú y las ausencias.
están llenos los campos de pétalos y belleza,
mas no tu boca de enfurecidas víboras en Egipto.
Se templa el lugar de los dioses con flores, como el viento,
el amparo de la muerte juzga las hambrunas del orificio dental,
todo se templa con el fuego de las guerras pasadas.
Las flores y su morir, cruzan los puentes como dragones,
sentimientos de reyes que cristalizan el mas allá de tu boca;
lubricantes goces de sexos fluyen en ese refugio agónico.
Flores que mueren en el perjuro cantar del enrarecido pacto
esos cantares del engalanado barco que surca el mar y tus venas.
El fuego, el agua, la lengua que gime y que reza el pacto,
tus ojos, tu boca y el pensamiento de garantizar felicidad loca;
en el perjuro cantar se muere el tiempo y esas manos
esos rostros, que mienten con los espejos de ultramundos,
sin embargo agarro la piel del gato y me lo meto en la cama
hasta que la lluvia cae sobre mis dolientes flores del ayer.