Editorial Alaire

La voz, la escucho en algún sitio de la ciudad,
viene rugiente con el tráfico, escapa
a los rascacielos.
La busco en las vidrieras, es un destello verde
y cruel.
La voz hace estallar los cristales, marchita las
flores del jarrón y a la vecina senil le explota
los tímpanos.
Corro de un lugar a otro, alertando a los sordos
que fingen no escuchar.
Voz de no sé quién, color jade, trémula.

Arriba con este hermoso poema de Ernesto.

Hola Ernesto, me atrapó tu poema de amplias resonancias.

"... alertando a los sordos que fingen no escuchar". Lo que más me gustó, es la manera de sugerir para que cada lector encuentre esa voz de " ... color jade, trémula".

Un placer leerte, un abrazo.

La fuerza, otro apéndice de La Naúsea, su hermana natural, la risa verde, una rosa dentada. Me ha encantado su espíritu gutural y cósmico. Abrazos, Ernesto.

Gracias Rafel por tu comentario
Saludos

Gracias Bruno por tu comentario.
Las voces que escuchan los locos son reales.
Saludos

Gracias Muñoz, la voz interior de cada uno y que no escucha el otro.
Por cierto llevas el apellido de un gran pelotero cubano ya retirado llamado
Antonio Muñoz, un gran jonronero y de mi ciudad, Cienfuegos.
Saludos amigo

Hermoso poema Ernesto lleno de misterio que nos hace reflexionar. Felicidades

esa voz que aunque no le prestemos atencion nunca se calla. bello poema.