SUEÑO REITERATIVO
Publicado: Lun, 18 Ago 2014 22:21
Nos conocimos en el éter. Flotando como escorias siderales,
nos fuimos apropiando uno del otro, cercándonos con las risas
como si fuésemos espumas del otro lado del mar.
Tejíamos protoplasmas endogámicos en torno a nuestros precipicios
para que, al asomarnos, indefectiblemente el suelo
ofreciera a nuestros pies el sustento de la fe ciega.
Así, las oraciones podían adolecer de simas. Los astros,
con sus telas de araña entretejiendo espacios cada vez más angostos,
sembraban tierra de sonrisas, veneros de agua bendecida
en el azar previsto de antemano. Los altos muros
que separan tu jardín de mi huerto son detritus de esta noche sin fin
en que dormitan sueños en los brazos nivales de la decepción.
¿Para qué sirve el batallar continuo de todos los yo-pulpo que enternecen
la sombra congelada del semen? Los tú-revólver vomitan cuerpos
en callejas sin nombre, y siempre tus ojos de ratón esclavo
castigando impíamente, tus ojos de serpiente esclava
regurgitando aquello que tus padres, tan niña tú, tan sola,
habían introducido en tu boca abierta
como una sima,
vórtice de un final adivinado oscuramente
por nadie-nada
cuando te masturbabas ante el televisor.
nos fuimos apropiando uno del otro, cercándonos con las risas
como si fuésemos espumas del otro lado del mar.
Tejíamos protoplasmas endogámicos en torno a nuestros precipicios
para que, al asomarnos, indefectiblemente el suelo
ofreciera a nuestros pies el sustento de la fe ciega.
Así, las oraciones podían adolecer de simas. Los astros,
con sus telas de araña entretejiendo espacios cada vez más angostos,
sembraban tierra de sonrisas, veneros de agua bendecida
en el azar previsto de antemano. Los altos muros
que separan tu jardín de mi huerto son detritus de esta noche sin fin
en que dormitan sueños en los brazos nivales de la decepción.
¿Para qué sirve el batallar continuo de todos los yo-pulpo que enternecen
la sombra congelada del semen? Los tú-revólver vomitan cuerpos
en callejas sin nombre, y siempre tus ojos de ratón esclavo
castigando impíamente, tus ojos de serpiente esclava
regurgitando aquello que tus padres, tan niña tú, tan sola,
habían introducido en tu boca abierta
como una sima,
vórtice de un final adivinado oscuramente
por nadie-nada
cuando te masturbabas ante el televisor.