De ida y vuelta
Publicado: Vie, 15 Ago 2014 0:45
Tiene la paciencia de saberse vencedora,
la habilidad del silencio juega a su favor,
conserva el calor en los cuerpos que la ignoran,
se ciñe y ajusta su paso al nuestro,
se esconde detrás de las ventanas,
detrás de los calendarios,
acaricia la idea de regresar ,
de pasar a visitarnos,
su billete siempre es de ida y vuelta,
siempre tiene un amanecer para nosotros,
conoce la fragilidad de nuestras noches,
tiene por cómplice a la vida,
sabe de los labios secos y perdidos,
de la falta de imaginación que tiene la ternura,
del óxido y del frío transmutando la sangre,
de la premeditación y de la alevosía,
tiene una cita a ciegas con nosotros,
como un destino que por horas desviamos
nos espera en ciudades sin abrigos,
vive en los sueños que nunca sucedieron,
en las calles deshabitadas llenas de sombras fugitivas,
en las gastadas horas de un domingo,
en las palabras que fueron de mentira,
en los silencios siempre concurridos,
no pide cita, ni horas convenidas,
se sube en aquellos vagones detenidos
que transitan por vías melancólicas
y un mal día, sin avisar, por fin nos visita.
Así es la tristeza, siempre agazapada.
un día cualquiera va y se nos muestra
con una claridad meridiana y diáfana
como un mapa del tesoro extendido
y nos dice que regresa inesperadamente,
como para fastidiarnos un poco más la vida.
la habilidad del silencio juega a su favor,
conserva el calor en los cuerpos que la ignoran,
se ciñe y ajusta su paso al nuestro,
se esconde detrás de las ventanas,
detrás de los calendarios,
acaricia la idea de regresar ,
de pasar a visitarnos,
su billete siempre es de ida y vuelta,
siempre tiene un amanecer para nosotros,
conoce la fragilidad de nuestras noches,
tiene por cómplice a la vida,
sabe de los labios secos y perdidos,
de la falta de imaginación que tiene la ternura,
del óxido y del frío transmutando la sangre,
de la premeditación y de la alevosía,
tiene una cita a ciegas con nosotros,
como un destino que por horas desviamos
nos espera en ciudades sin abrigos,
vive en los sueños que nunca sucedieron,
en las calles deshabitadas llenas de sombras fugitivas,
en las gastadas horas de un domingo,
en las palabras que fueron de mentira,
en los silencios siempre concurridos,
no pide cita, ni horas convenidas,
se sube en aquellos vagones detenidos
que transitan por vías melancólicas
y un mal día, sin avisar, por fin nos visita.
Así es la tristeza, siempre agazapada.
un día cualquiera va y se nos muestra
con una claridad meridiana y diáfana
como un mapa del tesoro extendido
y nos dice que regresa inesperadamente,
como para fastidiarnos un poco más la vida.