Te escribí tantas veces...
Publicado: Jue, 14 Ago 2014 11:00
...
Te escribí tantas veces…
Contarlas es como engarzar arena y estrellas
enhebradas en tu cuello a un cabello de luna.
Te escribí tantas veces,
que incluso aquellas en las que no lo hice, acechaba a tu recuerdo
cuando me sorprendía la lluvia.
Te escribí tantas veces.
Rememorando del carmín sus piruetas,
inundando mi patria dormida del jazmín de tus guirnaldas,
escanciando sueños con tu risa corta, nube
con perfil de mariposa libando dulzuras en mis costas abruptas,
desatando selvas en hirvientes aceras celosas de tu rastro,
asaltando la soledad que sonaba rendida sin ti más honda que nunca.
Te escribí tantas veces...
Herido por la costumbre que torno en mar bravío el azafranado firmamento,
lanzando bengalas al averno, empapado en la tormenta en tu busca,
tanteando a ciegas los fusibles
que escamparan los resortes del cielo,
un cielo ronco de áridas brumas agitado por taciturnos miedos,
un cielo embestido por noches en charcos salpicando dudas.
¡Te escribí tantas veces!,
redimiendo mis desaforados pasos, conjurando al abrigo,
cortando espinas a las saladas rosas que sembré perdidas en tus bosques más fieros.
Hoy te escribo, como tantas veces,
consagrando estas manos peregrinas que son madrugada
y día sólo si llegas, que son rima
con tu piel tan sólo.
Estas manos que escriben en el aire
un reguero de versos a tu encuentro.
.
.
.
Te escribí tantas veces…
Contarlas es como engarzar arena y estrellas
enhebradas en tu cuello a un cabello de luna.
Te escribí tantas veces,
que incluso aquellas en las que no lo hice, acechaba a tu recuerdo
cuando me sorprendía la lluvia.
Te escribí tantas veces.
Rememorando del carmín sus piruetas,
inundando mi patria dormida del jazmín de tus guirnaldas,
escanciando sueños con tu risa corta, nube
con perfil de mariposa libando dulzuras en mis costas abruptas,
desatando selvas en hirvientes aceras celosas de tu rastro,
asaltando la soledad que sonaba rendida sin ti más honda que nunca.
Te escribí tantas veces...
Herido por la costumbre que torno en mar bravío el azafranado firmamento,
lanzando bengalas al averno, empapado en la tormenta en tu busca,
tanteando a ciegas los fusibles
que escamparan los resortes del cielo,
un cielo ronco de áridas brumas agitado por taciturnos miedos,
un cielo embestido por noches en charcos salpicando dudas.
¡Te escribí tantas veces!,
redimiendo mis desaforados pasos, conjurando al abrigo,
cortando espinas a las saladas rosas que sembré perdidas en tus bosques más fieros.
Hoy te escribo, como tantas veces,
consagrando estas manos peregrinas que son madrugada
y día sólo si llegas, que son rima
con tu piel tan sólo.
Estas manos que escriben en el aire
un reguero de versos a tu encuentro.
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