Esfera
Publicado: Sab, 09 Ago 2014 0:32
"Algo que te sea de ayuda
incluso después de muerto "
Odysseas Elytis
Mi pequeño orbe opaco, sintetizado
a partir de la iridiscencia del tacto que a su alrededor,
como una órbita impredicible, mantenía un pulso
de fuerzas no adyacentes con lo que reflejaba
- mi rostro, una mano acercándose a beber,
la mejilla lanuda, unos pies descalzos,
y en los labios y la frente la leche enfriándose como una luz hundida
en la multiplicación de la materia -.
Memoria boquiabierta, sorprendida por una esfera
que encaja en cada estrella y en cada palabra,
hasta en el cenicero de cristal azul sobre la mesa
de cristal sencillamente transparente.
Qué altos y qué lejos ruedan los núcleos del rodamiento
arrojando la escoria del combustible,
la intermitencia de la propia anatomía,
de su peso rebelde, estático, y de su peso movedizo cuando baja
desde los cabellos a irradiar la hegemonía centrípeta
del animal y del estiércol jugando a enmarañarse
las venas, a cantar,
a ser un halo, un anillo, un pendiente en el lóbulo de una estatua
que representa a la muerte como un pastor a la guerra.
Mi pequeño cálculo en la fuente del viento,
mi piedra tiznadora, mi lengua enroscada como un insecto bola
en cuya coraza se refleja su ausencia creadora,
el surco donde el pico de la noche nunca entra porque,
quién sabe,
quizá bajen del cielo las otras capitales de la tierra a zanjar la negrura totalmente,
sin hacer distinciones entre música y cuerpo;
la noche sepultada por un millón de cascabeles, y tú
agujero de mi frente y de mi mano,
sonando obediente al principio de Arquímedes,
devastándome recuerdo por recuerdo,
palabra por palabra.
incluso después de muerto "
Odysseas Elytis
Mi pequeño orbe opaco, sintetizado
a partir de la iridiscencia del tacto que a su alrededor,
como una órbita impredicible, mantenía un pulso
de fuerzas no adyacentes con lo que reflejaba
- mi rostro, una mano acercándose a beber,
la mejilla lanuda, unos pies descalzos,
y en los labios y la frente la leche enfriándose como una luz hundida
en la multiplicación de la materia -.
Memoria boquiabierta, sorprendida por una esfera
que encaja en cada estrella y en cada palabra,
hasta en el cenicero de cristal azul sobre la mesa
de cristal sencillamente transparente.
Qué altos y qué lejos ruedan los núcleos del rodamiento
arrojando la escoria del combustible,
la intermitencia de la propia anatomía,
de su peso rebelde, estático, y de su peso movedizo cuando baja
desde los cabellos a irradiar la hegemonía centrípeta
del animal y del estiércol jugando a enmarañarse
las venas, a cantar,
a ser un halo, un anillo, un pendiente en el lóbulo de una estatua
que representa a la muerte como un pastor a la guerra.
Mi pequeño cálculo en la fuente del viento,
mi piedra tiznadora, mi lengua enroscada como un insecto bola
en cuya coraza se refleja su ausencia creadora,
el surco donde el pico de la noche nunca entra porque,
quién sabe,
quizá bajen del cielo las otras capitales de la tierra a zanjar la negrura totalmente,
sin hacer distinciones entre música y cuerpo;
la noche sepultada por un millón de cascabeles, y tú
agujero de mi frente y de mi mano,
sonando obediente al principio de Arquímedes,
devastándome recuerdo por recuerdo,
palabra por palabra.