Érase que yo era...
Publicado: Lun, 04 Ago 2014 12:43
Un enano subido
a una enana motocicleta
de tres ruedas,
que corría por el recibidor
pinchando globos
con agujas de alfiler,
mientras la mirada de mi madre,
recostada entre los globos
y extasiada de placer,
se derramaba en dulces manantiales
de leche tibia,
que inundaban mi gozo
y mi alegría por ser la creación:
El niño Dios.
Érase que yo era
un niño con ilusión,
que con fuerza pedaleaba
y saltaba por el balcón,
volando los cielos emplumados,
mientras los ángeles
me miraban extasiados,
y yo les mostraba
mis blancos dientes de leche.
-¡Oh es él,
nuestro niño Dios,
la pura y sencilla creación!-
Exclamaban los ángeles
llorando y volando
a mi alrededor.
Érase que yo era
el niño Dios,
la divina creación.
Pero, ¡ay! ahora
que el tiempo pasó,
y se clavaron las piedras
en mi boca de caramelo,
me cuesta saborear
la blanca y dulce miel,
y para no olvidar su sabor
sigo jugando a ser Dios,
y repito, ya sin dientes de leche,
mi extasiada oración:
Érase que yo era
un niño con ilusión.
a una enana motocicleta
de tres ruedas,
que corría por el recibidor
pinchando globos
con agujas de alfiler,
mientras la mirada de mi madre,
recostada entre los globos
y extasiada de placer,
se derramaba en dulces manantiales
de leche tibia,
que inundaban mi gozo
y mi alegría por ser la creación:
El niño Dios.
Érase que yo era
un niño con ilusión,
que con fuerza pedaleaba
y saltaba por el balcón,
volando los cielos emplumados,
mientras los ángeles
me miraban extasiados,
y yo les mostraba
mis blancos dientes de leche.
-¡Oh es él,
nuestro niño Dios,
la pura y sencilla creación!-
Exclamaban los ángeles
llorando y volando
a mi alrededor.
Érase que yo era
el niño Dios,
la divina creación.
Pero, ¡ay! ahora
que el tiempo pasó,
y se clavaron las piedras
en mi boca de caramelo,
me cuesta saborear
la blanca y dulce miel,
y para no olvidar su sabor
sigo jugando a ser Dios,
y repito, ya sin dientes de leche,
mi extasiada oración:
Érase que yo era
un niño con ilusión.