Editorial Alaire

Dónde Está Mi Padre
Por:
Vicente Salvador Moreno


Por
los poros del día
la luz
se inventa.
Mudas
nacen las hebras doradas
de la vida.
¡Las suaves nubes y sus rebaños albos!
se calan del viento
y este las acarrea, con su silbido magnífico de pájaro
a la elipsis alta, alta, de los cielos.
Es una orquestación divina donde
la vida se amanece de luces
y de generosa biología
sobre el reloj del hombre.

Pero
¿A qué sitio, el silencio, se muda, obnubilado?

Desde aquí se observan
Tiritas de vegetación alumbrando verde,
los pasillos torcidos, de la masa humana.
¡Los automóviles tragan gente!
Abducen las hordas y deshabitan las calles,
y llegan a envenenarla nuevamente del gentío
que el paisaje amablemente tolera.
Ciegos los hombres:
Trepan, adquieren, hurgan, usan, germinan; coexisten… moran

(Solos, una hoja y yo, en este árbol incólume
con una mentira desarropada, para siempre, en mi velador
nos detenemos de segundo en segundo a respirarnos)

Pero, una guerra no acaba
con sueños tiernos
ni se resucitan las golondrinas
con las lágrimas del océano todo.

Parapetado aquí, en este flanco… estéril
con tan solo algunos de mis segundos

¡Se deshace el tiempo!
y…
por más que jure o pida
aunque incline mi cabeza hasta el suelo
y la arrastre en penitencia eterna
sucede:
¡El viento me remolca!
y una sustancia escaldada
que la piel resiste y calla
se empapa de mí
y… cuando al fin se llenan las nubes de ese líquido extraño
que en el dolor, se hace enigma.


Copiosas e inflamadas palabras
con versos extraños
livianos y débiles
desembarcan entonces
con patrones geométricos indescriptibles
¡son escuadrones guerreros del poeta!
Y la ola, asume, en su furia luminosa y láctea
el impulso para cuando la profusa sangre aparece
¡Este dolor me rebana!
tajada a tajada
mis órganos van en tempestad
y son, tantos pedazos que
el universo todo, queda
regado de la partícula calamidad.

Es… un trance frenético de matemáticas avanzadas
con el remolque geómetra de la piedra y el agua
del nido y el ave
del huevo y la paloma.

¡A mi puño sombrío y su pluma!
lo espera, en su silla de estambre
la muerte.

Silban entonces en los prados marítimos
Los pájaros del color de la noche
Con sus clamores, obscenas palabras.
Y desde los estantes de los libros
huyen en escalada, las marchas de los cadáveres
en la corriente ruidosa que afina la faz de la tierra expectante.
Déjalo ir, déjalo y, se derraman mis ojos en metrallas de lágrimas
que desaparecen las calles
¡ládrenme perros hambrientos!
callen desde mi tenebroso miedo su aullido de pánico
porque esta noche es soez.

¿Dónde está mi Padre?

¡Y se hinchan las paredes de mis venas como las ubres de un mamífero monstruoso!

¿Dónde estás Padre?
¿Te han dicho que no muero y, que esta herida me incendia por dentro?
¡Existes, entre las silabas de esta escena horrible!
¡Estás aquí!
y las lágrimas nuevamente como astillas de lluvia me empapan la carne…
¡Estás aquí!
pero y…
¿Dónde estás Padre mío?

¿Eres cosmonauta en el infinito, infinito universo?

Y… con mi dolor
el abrigo azul del mar, abrocha su botón único y dorado
para recogerse, al irrumpir, la noche, noche.


Vicente Salvador Moreno
Vicente
Todos Los Derechos Reservados
y El Dolor También Es Mío..

Una elegía verdaderamente impresionante. Rezuma lirismo y dolor en cada uno de sus versos, parecen sangrar tus dedos al tocar las teclas.
Bienvenido al foro, querido amigo. Será una obligación seguir tus escritos.

Un abrazo.

Canto elegíaco que transmite una obsesiva idea del dolor, escrito con una fluidez que se reparte a lo largo de todo el poema, te felicito por tan buen logro.

Un abrazo.

Emotivo poema que llega con una carga enorme de dolor, transmite y llega. Un placer leerte.
Besos
Pilar

Muy sentido y logrado.

Precioso venir y contártelo.

Abrazos.

Extraordinario poema, Vicente.

Reverencias y saludos cordiales, compañero.

Vicente Salvador Moreno escribió: Dónde Está Mi PadrePor:
Vicente Salvador Moreno


Por
los poros del día
la luz
se inventa.
Mudas
nacen las hebras doradas
de la vida.
¡Las suaves nubes y sus rebaños albos!
se calan del viento
y este las acarrea, con su silbido magnífico de pájaro
a la elipsis alta, alta, de los cielos.
Es una orquestación divina donde
la vida se amanece de luces
y de generosa biología
sobre el reloj del hombre.

Pero
¿A qué sitio, el silencio, se muda, obnubilado?

Desde aquí se observan
Tiritas de vegetación alumbrando verde,
los pasillos torcidos, de la masa humana.
¡Los automóviles tragan gente!
Abducen las hordas y deshabitan las calles,
y llegan a envenenarla nuevamente del gentío
que el paisaje amablemente tolera.
Ciegos los hombres:
Trepan, adquieren, hurgan, usan, germinan; coexisten… moran

(Solos, una hoja y yo, en este árbol incólume
con una mentira desarropada, para siempre, en mi velador
nos detenemos de segundo en segundo a respirarnos)

Pero, una guerra no acaba
con sueños tiernos
ni se resucitan las golondrinas
con las lágrimas del océano todo.

Parapetado aquí, en este flanco… estéril
con tan solo algunos de mis segundos

¡Se deshace el tiempo!
y…
por más que jure o pida
aunque incline mi cabeza hasta el suelo
y la arrastre en penitencia eterna
sucede:
¡El viento me remolca!
y una sustancia escaldada
que la piel resiste y calla
se empapa de mí
y… cuando al fin se llenan las nubes de ese líquido extraño
que en el dolor, se hace enigma.


Copiosas e inflamadas palabras
con versos extraños
livianos y débiles
desembarcan entonces
con patrones geométricos indescriptibles
¡son escuadrones guerreros del poeta!
Y la ola, asume, en su furia luminosa y láctea
el impulso para cuando la profusa sangre aparece
¡Este dolor me rebana!
tajada a tajada
mis órganos van en tempestad
y son, tantos pedazos que
el universo todo, queda
regado de la partícula calamidad.

Es… un trance frenético de matemáticas avanzadas
con el remolque geómetra de la piedra y el agua
del nido y el ave
del huevo y la paloma.

¡A mi puño sombrío y su pluma!
lo espera, en su silla de estambre
la muerte.

Silban entonces en los prados marítimos
Los pájaros del color de la noche
Con sus clamores, obscenas palabras.
Y desde los estantes de los libros
huyen en escalada, las marchas de los cadáveres
en la corriente ruidosa que afina la faz de la tierra expectante.
Déjalo ir, déjalo y, se derraman mis ojos en metrallas de lágrimas
que desaparecen las calles
¡ládrenme perros hambrientos!
callen desde mi tenebroso miedo su aullido de pánico
porque esta noche es soez.

¿Dónde está mi Padre?

¡Y se hinchan las paredes de mis venas como las ubres de un mamífero monstruoso!

¿Dónde estás Padre?
¿Te han dicho que no muero y, que esta herida me incendia por dentro?
¡Existes, entre las silabas de esta escena horrible!
¡Estás aquí!
y las lágrimas nuevamente como astillas de lluvia me empapan la carne…
¡Estás aquí!
pero y…
¿Dónde estás Padre mío?

¿Eres cosmonauta en el infinito, infinito universo?

Y… con mi dolor
el abrigo azul del mar, abrocha su botón único y dorado
para recogerse, al irrumpir, la noche, noche.


Vicente Salvador Moreno
Vicente
Todos Los Derechos Reservados
y El Dolor También Es Mío..

Sé de ese dolor, yo sé cuán inmenso, grave y profundo es. Ojalá el desconsuelo y la pena abisal me hubiesen retado para llamarlo, para cantarle así.
Tus versos son limpios y bellos, hondamente sinceros, tanto, que su purificado acento no se olvida. Gracias por eso.
Un abrazo muy fuerte, poeta

Emotiva elegía, amigo, que desde la introspección busca ese destino final
desconocido que nadie sabe cómo resucita en esos escondites siderales
a los que increpa tu estupenda glosa.

un abrazo

Bello poema que se articula, tanto en la más vehemente declamación y la rabia que pálpita, como en lo más sutil del devenir de la vida que transcurre como una matemática exacta.

Gracias por compartir.

Un abrazo.

Liz Barrio. escribió:

Vicente Salvador Moreno escribió: Dónde Está Mi PadrePor:
Vicente Salvador Moreno


Por
los poros del día
la luz
se inventa.
Mudas
nacen las hebras doradas
de la vida.
¡Las suaves nubes y sus rebaños albos!
se calan del viento
y este las acarrea, con su silbido magnífico de pájaro
a la elipsis alta, alta, de los cielos.
Es una orquestación divina donde
la vida se amanece de luces
y de generosa biología
sobre el reloj del hombre.

Pero
¿A qué sitio, el silencio, se muda, obnubilado?

Desde aquí se observan
Tiritas de vegetación alumbrando verde,
los pasillos torcidos, de la masa humana.
¡Los automóviles tragan gente!
Abducen las hordas y deshabitan las calles,
y llegan a envenenarla nuevamente del gentío
que el paisaje amablemente tolera.
Ciegos los hombres:
Trepan, adquieren, hurgan, usan, germinan; coexisten… moran

(Solos, una hoja y yo, en este árbol incólume
con una mentira desarropada, para siempre, en mi velador
nos detenemos de segundo en segundo a respirarnos)

Pero, una guerra no acaba
con sueños tiernos
ni se resucitan las golondrinas
con las lágrimas del océano todo.

Parapetado aquí, en este flanco… estéril
con tan solo algunos de mis segundos

¡Se deshace el tiempo!
y…
por más que jure o pida
aunque incline mi cabeza hasta el suelo
y la arrastre en penitencia eterna
sucede:
¡El viento me remolca!
y una sustancia escaldada
que la piel resiste y calla
se empapa de mí
y… cuando al fin se llenan las nubes de ese líquido extraño
que en el dolor, se hace enigma.


Copiosas e inflamadas palabras
con versos extraños
livianos y débiles
desembarcan entonces
con patrones geométricos indescriptibles
¡son escuadrones guerreros del poeta!
Y la ola, asume, en su furia luminosa y láctea
el impulso para cuando la profusa sangre aparece
¡Este dolor me rebana!
tajada a tajada
mis órganos van en tempestad
y son, tantos pedazos que
el universo todo, queda
regado de la partícula calamidad.

Es… un trance frenético de matemáticas avanzadas
con el remolque geómetra de la piedra y el agua
del nido y el ave
del huevo y la paloma.

¡A mi puño sombrío y su pluma!
lo espera, en su silla de estambre
la muerte.

Silban entonces en los prados marítimos
Los pájaros del color de la noche
Con sus clamores, obscenas palabras.
Y desde los estantes de los libros
huyen en escalada, las marchas de los cadáveres
en la corriente ruidosa que afina la faz de la tierra expectante.
Déjalo ir, déjalo y, se derraman mis ojos en metrallas de lágrimas
que desaparecen las calles
¡ládrenme perros hambrientos!
callen desde mi tenebroso miedo su aullido de pánico
porque esta noche es soez.

¿Dónde está mi Padre?

¡Y se hinchan las paredes de mis venas como las ubres de un mamífero monstruoso!

¿Dónde estás Padre?
¿Te han dicho que no muero y, que esta herida me incendia por dentro?
¡Existes, entre las silabas de esta escena horrible!
¡Estás aquí!
y las lágrimas nuevamente como astillas de lluvia me empapan la carne…
¡Estás aquí!
pero y…
¿Dónde estás Padre mío?

¿Eres cosmonauta en el infinito, infinito universo?

Y… con mi dolor
el abrigo azul del mar, abrocha su botón único y dorado
para recogerse, al irrumpir, la noche, noche.


Vicente Salvador Moreno
Vicente
Todos Los Derechos Reservados
y El Dolor También Es Mío..

Sé de ese dolor, yo sé cuán inmenso, grave y profundo es. Ojalá el desconsuelo y la pena abisal me hubiesen retado para llamarlo, para cantarle así.
Tus versos son limpios y bellos, hondamente sinceros, tanto, que su purificado acento no se olvida. Gracias por eso.
Un abrazo muy fuerte, poeta

Muchas Gracias Liz.

[quote="Vicente Salvador Moreno"]

Inmensamente bello este poema, como el dolor que exuda.
Saludos.

Vicente Salvador Moreno escribió: Dónde Está Mi PadrePor:
Vicente Salvador Moreno


Por
los poros del día
la luz
se inventa.
Mudas
nacen las hebras doradas
de la vida.
¡Las suaves nubes y sus rebaños albos!
se calan del viento
y este las acarrea, con su silbido magnífico de pájaro
a la elipsis alta, alta, de los cielos.
Es una orquestación divina donde
la vida se amanece de luces
y de generosa biología
sobre el reloj del hombre.

Pero
¿A qué sitio, el silencio, se muda, obnubilado?

Desde aquí se observan
Tiritas de vegetación alumbrando verde,
los pasillos torcidos, de la masa humana.
¡Los automóviles tragan gente!
Abducen las hordas y deshabitan las calles,
y llegan a envenenarla nuevamente del gentío
que el paisaje amablemente tolera.
Ciegos los hombres:
Trepan, adquieren, hurgan, usan, germinan; coexisten… moran

(Solos, una hoja y yo, en este árbol incólume
con una mentira desarropada, para siempre, en mi velador
nos detenemos de segundo en segundo a respirarnos)

Pero, una guerra no acaba
con sueños tiernos
ni se resucitan las golondrinas
con las lágrimas del océano todo.

Parapetado aquí, en este flanco… estéril
con tan solo algunos de mis segundos

¡Se deshace el tiempo!
y…
por más que jure o pida
aunque incline mi cabeza hasta el suelo
y la arrastre en penitencia eterna
sucede:
¡El viento me remolca!
y una sustancia escaldada
que la piel resiste y calla
se empapa de mí
y… cuando al fin se llenan las nubes de ese líquido extraño
que en el dolor, se hace enigma.


Copiosas e inflamadas palabras
con versos extraños
livianos y débiles
desembarcan entonces
con patrones geométricos indescriptibles
¡son escuadrones guerreros del poeta!
Y la ola, asume, en su furia luminosa y láctea
el impulso para cuando la profusa sangre aparece
¡Este dolor me rebana!
tajada a tajada
mis órganos van en tempestad
y son, tantos pedazos que
el universo todo, queda
regado de la partícula calamidad.

Es… un trance frenético de matemáticas avanzadas
con el remolque geómetra de la piedra y el agua
del nido y el ave
del huevo y la paloma.

¡A mi puño sombrío y su pluma!
lo espera, en su silla de estambre
la muerte.

Silban entonces en los prados marítimos
Los pájaros del color de la noche
Con sus clamores, obscenas palabras.
Y desde los estantes de los libros
huyen en escalada, las marchas de los cadáveres
en la corriente ruidosa que afina la faz de la tierra expectante.
Déjalo ir, déjalo y, se derraman mis ojos en metrallas de lágrimas
que desaparecen las calles
¡ládrenme perros hambrientos!
callen desde mi tenebroso miedo su aullido de pánico
porque esta noche es soez.

¿Dónde está mi Padre?

¡Y se hinchan las paredes de mis venas como las ubres de un mamífero monstruoso!

¿Dónde estás Padre?
¿Te han dicho que no muero y, que esta herida me incendia por dentro?
¡Existes, entre las silabas de esta escena horrible!
¡Estás aquí!
y las lágrimas nuevamente como astillas de lluvia me empapan la carne…
¡Estás aquí!
pero y…
¿Dónde estás Padre mío?

¿Eres cosmonauta en el infinito, infinito universo?

Y… con mi dolor
el abrigo azul del mar, abrocha su botón único y dorado
para recogerse, al irrumpir, la noche, noche.


Vicente Salvador Moreno
Vicente
Todos Los Derechos Reservados
y El Dolor También Es Mío..

¿Dónde estás Padre?
¿Te han dicho que no

muero y, que esta herida me incendia por dentro?
¡Existes, entre las
silabas
de esta escena horrible!
¡Estás aquí!
y las lágrimas
nuevamente como astillas de lluvia me empapan la carne…
¡Estás aquí!
pero
y…
¿Dónde
estás Padre mío?

He leido un poema extraordinario... respeto tu dolor y tu angustia apreciado poeta.

FRATERNO ABRAZO... Gallnnet





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