Editorial Alaire

Al principio la soledad es solo un duende.

Su imaginario ser no habita los caparazones
de la muchedumbre ni conoce el libre juego
de los estetas.

Como en un río imperecedero
mis brazos innobles
mueven lentamente sus aspas,
se avían igual que descuidadas libélulas
sobre el fluido constante de un rumor cristalino.

Ríen los miembros cuando una voz imperiosa
maldice la virtud de los horizontes prohibidos,
cuando la visión de la isla es otra isla encendida,
cuando los párpados no hablan otro idioma que el frío.

Y sin embargo, hay letras de arrugado frenesí
y locuras que mienten bajo un sol sin héroes.

Desde aquí
veo la fauna agreste, la tierra calcinada,
los acantilados como rostros seculares
de un armazón perdido.

Mientras, son las palabras el refugio de la noche
-pareciera que un búho gris ululara en mi oído
la vieja canción de los marinos: el ron, el ron, el ron...-.

Habitante de mis dudas, callo como un muerto
que ha conocido al fin su paraíso.

El sentir se apoya en el patriotismo y el resentimiento solitario mece
en el sentir que pone las distancias a merced del poder y del esfuerzo.

Qué bien divisar el paraíso después de haber luchado.
in poema espléndido, amigo.

un abrazo

Un poema muy logrado, Ramón. La declaración inicial es mágica. El verso de los marineros cantando es sublime.

Felicitaciones y gracias por compartir.

Buen poema Ramón, iniciado con un verso muy acertado, y finalizado con una estrofa mágica. Es un placer leerte amigo. Un abrazo.

Buen poema Ramón, iniciado con un verso muy acertado, y finalizado con una estrofa mágica. Es un placer leerte amigo. Un abrazo.

Habitante de mis dudas, callo como un muerto
que ha conocido al fin su paraíso.

Me quedo con estos versos que encontraron por fin su paraíso.
Magnífico poema, Ramón.
Abrazos
Pilar

Ramón Carballal escribió:Al principio la soledad es solo un duende.

Su imaginario ser no habita los caparazones
de la muchedumbre ni conoce el libre juego
de los estetas.

Como en un río imperecedero
mis brazos innobles
mueven lentamente sus aspas,
se avían igual que descuidadas libélulas
sobre el fluido constante de un rumor cristalino.

Ríen los miembros cuando una voz imperiosa
maldice la virtud de los horizontes prohibidos,
cuando la visión de la isla es otra isla encendida,
cuando los párpados no hablan otro idioma que el frío.

Y sin embargo, hay letras de arrugado frenesí
y locuras que mienten bajo un sol sin héroes.

Desde aquí
veo la fauna agreste, la tierra calcinada,
los acantilados como rostros seculares
de un armazón perdido.

Mientras, son las palabras el refugio de la noche
-pareciera que un búho gris ululara en mi oído
la vieja canción de los marinos: el ron, el ron, el ron...-.

Habitante de mis dudas, callo como un muerto
que ha conocido al fin su paraíso.

Claro y profundo, elocuente y puntual. Un poema excelente, Ramón.
Un abrazo y un beso

siempre un lujo leerte, me gustó tu poema.

Un abrazo

Excelente; llenísimo de hermosura y emoción.

Abrazos y enhorabuena, querido poeta.

Guillermo Cuesta escribió:El sentir se apoya en el patriotismo y el resentimiento solitario mece
en el sentir que pone las distancias a merced del poder y del esfuerzo.

Qué bien divisar el paraíso después de haber luchado.
in poema espléndido, amigo.

un abrazo

Muchas gracias, Guillermo. Un abrazo.

Daniela Miño escribió:Un poema muy logrado, Ramón. La declaración inicial es mágica. El verso de los marineros cantando es sublime.

Felicitaciones y gracias por compartir.

Gracias, Daniela, por tu lectura y amable comentario. Un abrazo.