como si a la luna bordaras su cornisa;
háblame como al mar pintando granas
mientras desnuda el sol,
todo de oro,
ese ingenuo ardor
virgen crepúsculo.
Que no entiendo de quebradas y vertientes
ni bruscas alharacas en las comas,
ni un acento en la i, que vista en turbio,
la dulce calidez de las vocales
ciñendo,
tan al aire
al eucalipto,
tan de ellas
hijo.
(Habéis paseado alguna vez por los bosques de eucaliptus? Yo sí, la última hace muy poquito en mi Camino a Santiago, es una gloria beberse una a una sus vocales. Hoy es 24 de Junio en Alicante y llueve, eso sí es milagro)