Virgen
Publicado: Vie, 13 Jun 2014 23:21
Salió de la piedra dibujando con su dedo la desaparición de la piedra y de su dedo.
Se bebió todo lo que había y se fue sin pagar.
Recuperó todo el aliento pero no le merecía la pena volver a desandar tanta lejanía.
Se escondió dulcemente en la apariencia de cualquiera que pudiera verle y al momento deseara no ser éso.
Estuvo tanto tiempo boca abajo que sus palabras eran inaudibles salvo por un leve movimiento del pelo a la altura de la [nuca.
Ahora permanece boca arriba y sus palabras están siendo sometidas a un largo y difícil interrogatorio
porque siempre fueron inaudibles salvo por un retroceso del viento dentro de una masa.
Se cayó y se sintió bien. Pensó que era un buen lugar para dejar nacer un jardín.
No extrañó la densidad de los objetos queridos porque no hacía otra cosa que parpadear.
Parpadeaba muy deprisa para desfigurar la lágrima que todas las cosas llevan dentro.
Parpadeaba tan deprisa que la lágrima no tenía tiempo de migrar de un objeto a otro ser.
La lágrima indefinida no alcanzaba para todo y así ganaba mundo para el lento verbo de la muerte.
Salió de la piedra y de su dedo y se puso a lamer con lo que le quedaba las costuras del sol.
Se bebió todo lo que había y se fue sin pagar.
Recuperó todo el aliento pero no le merecía la pena volver a desandar tanta lejanía.
Se escondió dulcemente en la apariencia de cualquiera que pudiera verle y al momento deseara no ser éso.
Estuvo tanto tiempo boca abajo que sus palabras eran inaudibles salvo por un leve movimiento del pelo a la altura de la [nuca.
Ahora permanece boca arriba y sus palabras están siendo sometidas a un largo y difícil interrogatorio
porque siempre fueron inaudibles salvo por un retroceso del viento dentro de una masa.
Se cayó y se sintió bien. Pensó que era un buen lugar para dejar nacer un jardín.
No extrañó la densidad de los objetos queridos porque no hacía otra cosa que parpadear.
Parpadeaba muy deprisa para desfigurar la lágrima que todas las cosas llevan dentro.
Parpadeaba tan deprisa que la lágrima no tenía tiempo de migrar de un objeto a otro ser.
La lágrima indefinida no alcanzaba para todo y así ganaba mundo para el lento verbo de la muerte.
Salió de la piedra y de su dedo y se puso a lamer con lo que le quedaba las costuras del sol.