Editorial Alaire

Se le prende un edén allí en los ojos,
se le agota la tinta en la cintura,
entonces repentiza un tarareo
por dentro y sus labios se lo cuentan
al oído sin saber de su sordera
que es ciega y por ciega pitonisa
descifrando presagios y maneras,
y no le falta, no, sentido en ristre,
más bien, diría yo, que alguno sobra,
pues no escucha, ni ve, tan solo siente
el pulso de ese afán que se hace forma
y tiende hacia el origen de los tiempos.
Él sin querer queriendo mira al monte,
aquella muy coqueta se engalana,
y no es para encontrarse en ningún bosque
sino para perderse entre las ramas.



J. Paz

Bello poema amiga, sus labios se lo cuentan al oído sin saber de su sordera que es ciega, hermoso verso, que enlaza con un ritmo trepidante con los siguientes, como si cabalgaran. Es un placer leerte amiga. Un abrazo.

Bello, Judith, muy bello, los presagios....ahhhh los presagios.

Un abrazo grande y feliz semana.

Carmen

De cintura poética está cargado este poema. Que bien luchan los endecas con
con la realidad de la propia imaginación o con la imaginación de la propia realidad

Un abrazo

Crecen los hijos, y se enamoran.. Muchas gracias, Manuel, Carmen, Guillermo, por pasarse por esta casa con su amabilidad. Tengan un feliz día. Un abrazo,

Judit

Feliz este querer sin querer que nos abre a la vida y sus encuentros.
Salud.

Siempre queriendo para hacer llegar al alma tantos sentimientos. Una métrica, usada con auténtico talento. Felicidades, amiga isleña.

José Manuel F. Febles, te envía un fuerte abrazo.

Judith,

me ha gustado mucho esta entrega, amiga, me parece un poema muy bueno. Muy pulcro, muy cuidado, pensado, muy bien escrito. Me gusta la estructura en forma de estrofa única en la que los versos se van dando la posta unos a otros, encadenando encabalgamientos y aposiciones, con una rima dispersa y cantarina muy natural. Esto fija la atención del lector hasta llegar al único punto y seguido del poema, que se incia con un cambio de tono sorprendente y exquisito:

Él sin querer queriendo mira al monte,

Mi interpretación del tema, no sé si equivocada, es una alegoría de la inspiración poética: ese encuentro entre la idea y el creador que debe descifrar de una manera sorda y ciega el edén que se ha prendido de su entendimiento no sabe cómo. La forma coqueta se engalana finalmente en un perderse entre las ramas, que resultan ser mucho más expresivas que el bosque mismo.

El título, también muy bueno.

Ya te digo, me ha encantado.

Un abrazo, Judith.

"Se le prende un edén allí en los ojos,
se le agota la tinta en la cintura,
entonces repentiza un tarareo
por dentro y sus labios se lo cuentan
al oído sin saber de su sordera
que es ciega y por ciega pitonisa
descifrando presagios y maneras,
y no le falta, no, sentido en ristre,
más bien, diría yo, que alguno sobra,
pues no escucha, ni ve, tan solo siente
el pulso de ese afán que se hace forma
y tiende hacia el origen de los tiempos.
Él sin querer queriendo mira al monte,
aquella muy coqueta se engalana,
y no es para encontrarse en ningún bosque
sino para perderse entre las ramas."


Tan preciso y hermoso a la vez, Judit. Me asombra la melodía ingeniosa que se personaliza en tu poética; aplaudo con emoción.

Salud y felicidad.

Muy bueno este poema. Sobre todo en el aspecto formal del mismo. Es imposible no dejarse llevar por su cadencia en una primera lectura; en la segunda se busca el fondo y el contenido. En todas se disfruta.
Un fuerte abrazo
J. Manuel

Qué bien describes ese encuentro del sentimiento que nace en fuego y no percibe otra cosa.
Precioso decir que me ha gustado.
besos
Pilar

J. Paz escribió:Se le prende un edén allí en los ojos,
se le agota la tinta en la cintura,
entonces repentiza un tarareo
por dentro y sus labios se lo cuentan
al oído sin saber de su sordera
que es ciega y por ciega pitonisa
descifrando presagios y maneras,
y no le falta, no, sentido en ristre,
más bien, diría yo, que alguno sobra,
pues no escucha, ni ve, tan solo siente
el pulso de ese afán que se hace forma
y tiende hacia el origen de los tiempos.
Él sin querer queriendo mira al monte,
aquella muy coqueta se engalana,
y no es para encontrarse en ningún bosque
sino para perderse entre las ramas.



J. Paz

Ritmo pulsatil y cadencioso, sensualidad encubierta que se insinúa en "el pulso de ese afán que se hace forma"... ingurgitación de cuerpos cavernosos, brújula que tiene por norte el monte de Venus... Magistral descripción de la fisiología del erotismo con exquisita sublimación poética.

Genial Judit, mi felicitación y un abrazo

Dicen cosas muy interesantes. Muchas gracias a todos por sus comentarios, su tiempo y su amabilidad. Les deseo un feliz y creativo fin de semana. Un abrazo,

Judit