Repaso y detenimiento
Publicado: Dom, 25 May 2014 4:22
Repaso y detenimiento
Empecé con esto, al poco,
creo que a las dos horas y media
ya sabía que el tiempo nunca alcanza.
También que me iba a quedar
atrapado entre estos garabatos
que parecen corazones, aparte
estaba el entresueño, la marea
sobre la playa, el chasquido donde
a veces puedo mover las luces.
Una duna del invierno con el agua
desnuda en su punto más vulnerable.
/ Aún a tiempo de escribir,
lo que parece un principio
es el final de un poema
triste o lo que pueda resultar más
sencillo. / Si para ella dios
es posible, lo puede estropear todo,
quizás para que volvamos a fallar. El pozo
en la arena es todavía más frío, como
si ahí se escondieron unos perros
perdidos.
Aves que siguen todavía cantando frenéticas.
Ya no es cosa de moverse, han olvidado
el vértigo. Van peligrosas en su miedo
a flotar mar adentro como una decisión
que clausura los entrecejos, la idea
de consolarnos.. La luz no puede
detenerse en mis presagios, el mar ya
le mezcló sus cosas concluidas
y garabatos - parecidos - a corazones
sobre la arena que es el revés del tiempo,
ahí se han borrado mil veces para
volverse mis historias. Se ven
inacabados, como cada ola al final
se apagarán a dormir, a esperar las ganas
en el gusto a sodio, en el agua en las pestañas.
¿Tendré derecho a que todo no empiece
de nuevo? - pienso. ¿No habíamos mirado
ya el cielo y era hora? ¿No estuvimos tirados,
los almohadones del sofá en el piso, los
discos cerca sin escuchar nada? Ella misma
no aseguró que yo debía entender un poco más
su distancia y ver las sutilezas, las dimensiones
con que las cosas se suponen en las personas,
que un poco debo aprender ya porque no podremos
percibirnos bien sino es mediante un texto. Esto
me acelera también. Yo había ya tachado
la rotura de un vaso y en el texto, una ambulancia
sigue aquí extendiendo la preocupación.
Fuimos violentos, siempre fuimos violentos,
como una sanación desplazada expuestos
a terminar con el aroma para conocer
nieve sobre un piso rugoso, encías amoratadas
hasta poder sentir una invención, un esfuerzo
aunque sean estos garabatos que intentan seguir,
que pueden crecer hasta ser grietas o canciones,
o huesos aparecidos, armonías entre antiguos
recuerdos. Nada de mar. Acaso el lloro de un
perro chiquito que se quedó para siempre en el patio
de una planta baja, intacto. Su preparación
ya debería concluirse, un grito mezcla
ruidos de gente que se acerca hasta
una metálica percusión puedo lograr
con una birome entre los dedos, el juego
de la soga sobre una sola pierna, una canción
entrecortando las pausas, el pelo a veces
antes de ser ceniza o ser lacio. Si lo
repasamos, creció de una caricia
de mil veces hasta que gris y azul
pueden verse como lo hace un astronauta,
si se puede más lejos más brillante.
Hasta aquí es hasta aquí, hasta aquí es. /// /
/ quise una opacidad efímera donde
se puede pensar de nuevo el tiempo, es que
ya no llego. no voy a ir. Entre las 17: 00
y 17:30 intenté encaramar la puntualidad
sobre unos peñascos. prepararla a morir,
a ser asaltada por los que nunca seremos
puntuales. Y a las 17:26 supo que ya no
servía, a las 17:32 que no existía que
no debería ser tenida en cuenta. que a
esta altura el tiempo había sido mutilado.
Empecé con esto, al poco,
creo que a las dos horas y media
ya sabía que el tiempo nunca alcanza.
También que me iba a quedar
atrapado entre estos garabatos
que parecen corazones, aparte
estaba el entresueño, la marea
sobre la playa, el chasquido donde
a veces puedo mover las luces.
Una duna del invierno con el agua
desnuda en su punto más vulnerable.
/ Aún a tiempo de escribir,
lo que parece un principio
es el final de un poema
triste o lo que pueda resultar más
sencillo. / Si para ella dios
es posible, lo puede estropear todo,
quizás para que volvamos a fallar. El pozo
en la arena es todavía más frío, como
si ahí se escondieron unos perros
perdidos.
Aves que siguen todavía cantando frenéticas.
Ya no es cosa de moverse, han olvidado
el vértigo. Van peligrosas en su miedo
a flotar mar adentro como una decisión
que clausura los entrecejos, la idea
de consolarnos.. La luz no puede
detenerse en mis presagios, el mar ya
le mezcló sus cosas concluidas
y garabatos - parecidos - a corazones
sobre la arena que es el revés del tiempo,
ahí se han borrado mil veces para
volverse mis historias. Se ven
inacabados, como cada ola al final
se apagarán a dormir, a esperar las ganas
en el gusto a sodio, en el agua en las pestañas.
¿Tendré derecho a que todo no empiece
de nuevo? - pienso. ¿No habíamos mirado
ya el cielo y era hora? ¿No estuvimos tirados,
los almohadones del sofá en el piso, los
discos cerca sin escuchar nada? Ella misma
no aseguró que yo debía entender un poco más
su distancia y ver las sutilezas, las dimensiones
con que las cosas se suponen en las personas,
que un poco debo aprender ya porque no podremos
percibirnos bien sino es mediante un texto. Esto
me acelera también. Yo había ya tachado
la rotura de un vaso y en el texto, una ambulancia
sigue aquí extendiendo la preocupación.
Fuimos violentos, siempre fuimos violentos,
como una sanación desplazada expuestos
a terminar con el aroma para conocer
nieve sobre un piso rugoso, encías amoratadas
hasta poder sentir una invención, un esfuerzo
aunque sean estos garabatos que intentan seguir,
que pueden crecer hasta ser grietas o canciones,
o huesos aparecidos, armonías entre antiguos
recuerdos. Nada de mar. Acaso el lloro de un
perro chiquito que se quedó para siempre en el patio
de una planta baja, intacto. Su preparación
ya debería concluirse, un grito mezcla
ruidos de gente que se acerca hasta
una metálica percusión puedo lograr
con una birome entre los dedos, el juego
de la soga sobre una sola pierna, una canción
entrecortando las pausas, el pelo a veces
antes de ser ceniza o ser lacio. Si lo
repasamos, creció de una caricia
de mil veces hasta que gris y azul
pueden verse como lo hace un astronauta,
si se puede más lejos más brillante.
Hasta aquí es hasta aquí, hasta aquí es. /// /
/ quise una opacidad efímera donde
se puede pensar de nuevo el tiempo, es que
ya no llego. no voy a ir. Entre las 17: 00
y 17:30 intenté encaramar la puntualidad
sobre unos peñascos. prepararla a morir,
a ser asaltada por los que nunca seremos
puntuales. Y a las 17:26 supo que ya no
servía, a las 17:32 que no existía que
no debería ser tenida en cuenta. que a
esta altura el tiempo había sido mutilado.