© Blanca Sandino - Zona iluminada - 5º Aniversario
Publicado: Vie, 23 May 2014 11:29
Mañana hará 5 años que se fue nuestra Blanca.
Mi recuerdo para ella y para disfrute de todos, este poema de Blanca que guardo en su carpetilla.
Una vez leído podéis pasarlo al foro dedicado a Blanca.
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Zona iluminada
"La verdad, la palpo, la analizo, la miro,
la huelo; cuando me lastima, es mía."
Enrique Agilda
Ah, si supieras que sólo existo cuando tú me piensas, me imaginas.
Pero tú sí, tú sí: yo pienso en ti, y te imagino
mientras mis ojos siguen el lento migrar de la galaxias:
en el abismo todo, de mí en ti,
Espartina marítima
bajo el salitre, el viento, el oleaje,
arraigándome en los acantilados
con la risa de algún espantapájaros cubierto de gaviotas
a mi espalda.
Quise decirte algo, no recuerdo qué
y las vocales cayeron
desde lo alto de la voz
hasta su abismo.
Como a su soledad le amas.
(repite el eco)
como a su soledad te ama.
Como a su libertad.
(repite el eco)
como a tu libertad.
Te pensaba, y, de repente, algo (qué sé yo), sacudió el mundo,
y todos corrían y buscaban,
y gritaban los nombres de los vivos y los muertos:
sus gritos me destrozaron las manos
-la febril lucha contra el tiempo-
y el horror me recorría de arriba a bajo,
y me lo pregunté -cansada ya de tanta muerte- y pregunté
pero no los hay.
No hay perros especializados.
No hay perros poetas;
quería doblar la esquina y arraigar en tu nombre,
pero nada;
nada serás -decía la tierra- hasta que no te lastimen
las manos de los otros; el corazón de los otros,
los pensamientos de los otros, la verdad de los otros;
mientras no seas capaz de entender los gestos de los otros
cuando vuelven a decírtelo todo;
y me destrocé las manos en busca de los otros
-los vivos, y los muertos-
Se los arranqué a la muerte: he vuelto a decíroslo todo:
cómo era yo, cómo eran mis muñecas
mis libros preferidos, mis cajas, mis canicas,
mis sueños, mis primeros pasos
mis suspiros.
Y en mi conteo de pájaros, de árboles, de plantas,
encontré tus manos, estaban allí, en mi regazo,
¿sabías que las magnolias húmedas, tienen el color transparente?
Nunca me había dado cuenta,
hasta ahora, cuando mis ojos se vuelven transparentes.
-y asentiste-
Desearía que me amaras como la sal ama y posee a las escamas.
Su pacto, sería nuestro pacto,
y me dirigiría a ti con palabras que acaso no existen,
escritas para quienes acaso ya no existen,
escritas para el niño que sólo con tocar a los monstruos
con su dedo, los espantan.
No había perros especializados.
No hay perros poetas,
pero los silencios -entre tus brazos-
son cerrados como esas plazas interminables de los pueblos.
© Indah – Marzo 2003
Mi recuerdo para ella y para disfrute de todos, este poema de Blanca que guardo en su carpetilla.
Una vez leído podéis pasarlo al foro dedicado a Blanca.
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Zona iluminada
"La verdad, la palpo, la analizo, la miro,
la huelo; cuando me lastima, es mía."
Enrique Agilda
Ah, si supieras que sólo existo cuando tú me piensas, me imaginas.
Pero tú sí, tú sí: yo pienso en ti, y te imagino
mientras mis ojos siguen el lento migrar de la galaxias:
en el abismo todo, de mí en ti,
Espartina marítima
bajo el salitre, el viento, el oleaje,
arraigándome en los acantilados
con la risa de algún espantapájaros cubierto de gaviotas
a mi espalda.
Quise decirte algo, no recuerdo qué
y las vocales cayeron
desde lo alto de la voz
hasta su abismo.
Como a su soledad le amas.
(repite el eco)
como a su soledad te ama.
Como a su libertad.
(repite el eco)
como a tu libertad.
Te pensaba, y, de repente, algo (qué sé yo), sacudió el mundo,
y todos corrían y buscaban,
y gritaban los nombres de los vivos y los muertos:
sus gritos me destrozaron las manos
-la febril lucha contra el tiempo-
y el horror me recorría de arriba a bajo,
y me lo pregunté -cansada ya de tanta muerte- y pregunté
pero no los hay.
No hay perros especializados.
No hay perros poetas;
quería doblar la esquina y arraigar en tu nombre,
pero nada;
nada serás -decía la tierra- hasta que no te lastimen
las manos de los otros; el corazón de los otros,
los pensamientos de los otros, la verdad de los otros;
mientras no seas capaz de entender los gestos de los otros
cuando vuelven a decírtelo todo;
y me destrocé las manos en busca de los otros
-los vivos, y los muertos-
Se los arranqué a la muerte: he vuelto a decíroslo todo:
cómo era yo, cómo eran mis muñecas
mis libros preferidos, mis cajas, mis canicas,
mis sueños, mis primeros pasos
mis suspiros.
Y en mi conteo de pájaros, de árboles, de plantas,
encontré tus manos, estaban allí, en mi regazo,
¿sabías que las magnolias húmedas, tienen el color transparente?
Nunca me había dado cuenta,
hasta ahora, cuando mis ojos se vuelven transparentes.
-y asentiste-
Desearía que me amaras como la sal ama y posee a las escamas.
Su pacto, sería nuestro pacto,
y me dirigiría a ti con palabras que acaso no existen,
escritas para quienes acaso ya no existen,
escritas para el niño que sólo con tocar a los monstruos
con su dedo, los espantan.
No había perros especializados.
No hay perros poetas,
pero los silencios -entre tus brazos-
son cerrados como esas plazas interminables de los pueblos.
© Indah – Marzo 2003