Poema maldito a Alan Poe ( Dedicado a luna Nos)
Publicado: Mié, 21 May 2014 2:38
Poema maldito a Alan Poe
A Luna Nos en su homenaje, este mi infierno solitario...
Desesperado entre las infancias de ser los símbolos del ayer
Cruzando los destinos fluye mi sangre en tu sangre.
Limitando la nube de esta noche, quizá, quizá así la muerte vendrá a buscarme.
Los torrentes de agua riscos del paso que sueña el otro lugar.
Desesperado entre las parcas asesinas, luego, luego, sobre la boca.
Poema maldito a Alan Poe, que corre sobre el mar.
Los demonios vienen hacia las sombras, están aquí.
La noche pasa y retorna el viento del grito suicida de ese ayer.
Mi grito en medio de las barcas y sus campanas.
Crispado, iluso entre sombras de demencias busco tu vida.
¡Oh! ¡ apasionado, apasionado, apasionado!
También he sido niño, frente a las alas de Poe, oh..
Sus fuentes, sus gritos, sus alas, y el murciélago agónico.
Sobre los abismos de las montañas vuelve ese infierno;
Profanidad de algas en el ojo de tus manos, ¡Oh., alan!
Tus vinos hieren entre cuchillas el maldito poema,
Teñidos de oro se van los rayos en el cielo, y ante ti,
Ante el secular reloj que trenza las voces y sus ecos.
Perdido estoy, llameando desesperado, loco, Alan
¡Dame!, dame mis maldiciones y júrame el cielo paradisiaco!.
A Luna Nos en su homenaje, este mi infierno solitario...
Desesperado entre las infancias de ser los símbolos del ayer
Cruzando los destinos fluye mi sangre en tu sangre.
Limitando la nube de esta noche, quizá, quizá así la muerte vendrá a buscarme.
Los torrentes de agua riscos del paso que sueña el otro lugar.
Desesperado entre las parcas asesinas, luego, luego, sobre la boca.
Poema maldito a Alan Poe, que corre sobre el mar.
Los demonios vienen hacia las sombras, están aquí.
La noche pasa y retorna el viento del grito suicida de ese ayer.
Mi grito en medio de las barcas y sus campanas.
Crispado, iluso entre sombras de demencias busco tu vida.
¡Oh! ¡ apasionado, apasionado, apasionado!
También he sido niño, frente a las alas de Poe, oh..
Sus fuentes, sus gritos, sus alas, y el murciélago agónico.
Sobre los abismos de las montañas vuelve ese infierno;
Profanidad de algas en el ojo de tus manos, ¡Oh., alan!
Tus vinos hieren entre cuchillas el maldito poema,
Teñidos de oro se van los rayos en el cielo, y ante ti,
Ante el secular reloj que trenza las voces y sus ecos.
Perdido estoy, llameando desesperado, loco, Alan
¡Dame!, dame mis maldiciones y júrame el cielo paradisiaco!.