UNOS OJOS VERDESEn Buenos Aires caía la tarde destemplada del domingo, saco a pasear mi gris melancolía.<xml><o></o>
Camino con mi sombra, hubiera querido llamar a alguna amiga, pero claro, quizás ya tienen el día comprometido. Y no quiero sumar a mi bajón un- “justo estaba saliendo”-, o un sí que suene a compromiso.<o></o>
Entro en un boliche en Chacarita, busco una mesa, como siempre junto a la ventana. Me gusta ver pasar la gente, e hilvanar historias con suposiciones sobre sus vidas.<o></o>
Mientras espero que llegue el té escribo, es decir garabateo en el papel, la figura de este día. Fue largo, agobiante, solitario, ni siquiera hubo un llamado.<o></o>
Prendo un cigarrillo, largo una bocanada de humo azul profundo como un suspiro. Al mismo tiempo siento en la nuca como una caricia tibia, que me produce un estremecimiento por lo inesperada.<o></o>
Como mi vida es más fantasía que realidad, me imagino un hombre alto, fuerte y moreno. Con una risa cantarina, que podría espantar mi melancolía.<o></o>
Temo dar vuelta la cabeza y miro de soslayo, no entra en mi radio de visión. Justo llega el mozo con el té, aprovecho y giro la cabeza. <o></o>
Comienzo a hundirme en la lujuria de una selva, me invade el aroma del pasto recién cortado en los jardines de mi infancia. <o></o>
Tras unas gruesas pestañas que semejan una reja; quedo yo también prisionera de unos ojos verdes. Compañeros de una sonrisa entre pícara y seductora, que hacen sonrojar mis mejillas.<o></o>
Como si estuviera embriagada de un extraño licor, sigo escribiendo, ¿o soñando? ¿Será real?, ¿me sonrió a mí? Y me digo que de ser así, no habría nada malo en compartir una charla.<o></o>
Si él también está solo, podría entender que busco un alma “gemela”, que hable el lenguaje del corazón.<o></o>
Que tengamos sentimientos parecidos; que crea que todavía hoy en esta primavera que comienza, se puede también encontrar una amistad.<o></o>
Que si uno está solo y le duele, se puede morir de amor si no comparte el aroma de una rosa. <o></o>
Una tarde en el Rosedal al amparo de los árboles cómplices, contarse cosas de la vida.<o></o>
Sólo evocando recuerdos parecidos, de amores que han partido y otros encontrados. <o></o>
Y sí, le devuelvo la sonrisa a ésos ojos verdes y los invito a compartir un rato de charla... después… ya veremos.
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SOLEDAD REY<o></o>