PARA LAS SOLEDADES
Publicado: Mié, 14 May 2014 11:55
Para las soledades vengo
a hacer que intentes mis entrañas
y vuelvas la mirada al desafío de tenerme,
y salgamos indemnes del miedo
y la distancia.
Para que encuentres mi lecho prevenido,
he querido que escuches el silencio
de esta voz que anuda y compromete,
el agua de esta fuente que mana desvalida,
la vida que te siente y que te implora,
y que te llora a veces,
cuando apareces viento y la tierra te derriba,
y no te intento.
Para que vuelvas al tiempo de los goces,
he llegado desnudo a tus instintos
y me he entregado distinto en el orgullo
de este cuerpo que nunca fue de nadie
y el roce de tu pecho lo ha hecho tuyo,
deshecho en la costumbre de abrazarte,
de darte la verdad en dosis de conciencia
y desearte más que nunca,
más que nadie.
Para que tengas los motivos y los miedos
he devuelto la vida a los instantes
y me he quedado contigo,
entre mi ombligo y tu lengua,
donde el latido se entrega a los galopes
y sientes el gemido a ras de tierra,
y, a golpes de pensarme me has sentido
clavado entre tus piernas,
herido,
odiado,
querido.
Para las soledades vengo,
a hablarte de verdades y mentiras
y a hacer que el tiempo deje de buscarnos
cuando la luna acabe y la calle languidezca,
cuando el hombre amanezca…
y la mujer estalle.
a hacer que intentes mis entrañas
y vuelvas la mirada al desafío de tenerme,
y salgamos indemnes del miedo
y la distancia.
Para que encuentres mi lecho prevenido,
he querido que escuches el silencio
de esta voz que anuda y compromete,
el agua de esta fuente que mana desvalida,
la vida que te siente y que te implora,
y que te llora a veces,
cuando apareces viento y la tierra te derriba,
y no te intento.
Para que vuelvas al tiempo de los goces,
he llegado desnudo a tus instintos
y me he entregado distinto en el orgullo
de este cuerpo que nunca fue de nadie
y el roce de tu pecho lo ha hecho tuyo,
deshecho en la costumbre de abrazarte,
de darte la verdad en dosis de conciencia
y desearte más que nunca,
más que nadie.
Para que tengas los motivos y los miedos
he devuelto la vida a los instantes
y me he quedado contigo,
entre mi ombligo y tu lengua,
donde el latido se entrega a los galopes
y sientes el gemido a ras de tierra,
y, a golpes de pensarme me has sentido
clavado entre tus piernas,
herido,
odiado,
querido.
Para las soledades vengo,
a hablarte de verdades y mentiras
y a hacer que el tiempo deje de buscarnos
cuando la luna acabe y la calle languidezca,
cuando el hombre amanezca…
y la mujer estalle.