POBRECITOS
Publicado: Vie, 25 Abr 2014 14:24
POBRECITOS
Qué tristeza la de este puentecito
que ya no cruza nadie, olvidado para siempre
en mitad de la nada. Con los tiempos
se volvieron inútiles los caminos de carretas y con ellas
los bueyes que acarrean su lenta mansedumbre.
Construyeron
-qué gran contrasentido- una carretera sin carretas
para evitar el río; y ahí se quedó el puente, pobrecito,
con un pie en cada orilla, no para unirlas -pues apenas
pasa nadie- más bien haciendo fuerza (lo dijo otro)
para que no se junten nunca.
Pero más triste aún que todo eso
es un hombre abatido que mira sobre un puente
que ya no cruza nadie;
no para atravesar un cauce y su crecida, sino buscando excusas
para escapar del río.
Hoy se hacen carreteras en las que ya no cabe
la mansa lentitud de las carretas –qué absurdo
sinsentido- y se abren,
como si se tratara de una esclusa o una presa
de amarga incertidumbre, las compuertas hacia ese valle
llamado porvenir; por eso de vez en cuando
se anega un corazón sin darnos cuenta.
Y así es como los hombres,
los bueyes y los ríos, pobrecitos,
se olvidan de los puentes, del amor
y de ellos mismos.
--oOo--
Qué tristeza la de este puentecito
que ya no cruza nadie, olvidado para siempre
en mitad de la nada. Con los tiempos
se volvieron inútiles los caminos de carretas y con ellas
los bueyes que acarrean su lenta mansedumbre.
Construyeron
-qué gran contrasentido- una carretera sin carretas
para evitar el río; y ahí se quedó el puente, pobrecito,
con un pie en cada orilla, no para unirlas -pues apenas
pasa nadie- más bien haciendo fuerza (lo dijo otro)
para que no se junten nunca.
Pero más triste aún que todo eso
es un hombre abatido que mira sobre un puente
que ya no cruza nadie;
no para atravesar un cauce y su crecida, sino buscando excusas
para escapar del río.
Hoy se hacen carreteras en las que ya no cabe
la mansa lentitud de las carretas –qué absurdo
sinsentido- y se abren,
como si se tratara de una esclusa o una presa
de amarga incertidumbre, las compuertas hacia ese valle
llamado porvenir; por eso de vez en cuando
se anega un corazón sin darnos cuenta.
Y así es como los hombres,
los bueyes y los ríos, pobrecitos,
se olvidan de los puentes, del amor
y de ellos mismos.
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