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.........................................................................................................................Óscar Distéfano escribió:Rafel Calle escribió:Si me ves como un ser acobardado
que ayer se puso el mundo por montera,
será que vuelvo del vivir alado,
ala rota en un pájaro cualquiera.
Si piensas que la vida me reclama
un fuego sensorial de primavera,
abril de rebelión, pulpa de llama,
que escinda del brasero el desencanto,
será que soy producto de una fama
de nieve o castidad o fuego santo.
Quizá estrictamente contenida,
el ave es un volcán que cubre el manto
de la jaula del fuego, que es la vida.
Este poema, que no lo había leído (despistes míos), lo considero muy valioso desde los aspectos estructurales y semánticos. Para mí, es una perfecta alegoría sobre la misteriosa labor del poeta en el mundo. Según entiendo, el poeta existe fuera de esa jaula de fuego que es la vida, no participa como un autómata de la rutina diaria del existir, pero la arropa con su fuego volcánico, con su amor incondicional, con sus relámpagos de sabiduría intuitiva. El poeta de alas rotas, a pesar de ello, no deja de traernos el fuego de la revelación.
En cuanto a la forma, entiendo que lo que quiso ser un soneto no lo fue. En este hecho, se puede diferir que tal caso se hizo de ex profeso, como una rebelión contemporánea a los cánones muy estrictos, como una demostración de que se puede lograr armonía y belleza sin perfección formal tradicional, rompiendo los cánones. Esto es ya algo que se puede considerar vanguardista dentro de los territorios de la poesía clásica.
Ni tú eres consciente del gran poema que has escrito, amigo.
Un abrazo cordial.
Óscar
Rafel Calle escribió: ↑Lun, 14 Abr 2014 15:27 Si me ves como un ser acobardado
que ayer se puso el mundo por montera,
será que vuelvo del vivir alado,
ala rota en un pájaro cualquiera.
Si piensas que la vida me reclama
un fuego sensorial de primavera,
abril de rebelión, pulpa de llama,
que escinda del brasero el desencanto,
será que soy producto de una fama
de nieve o castidad o fuego santo.
Quizá estrictamente contenida,
el ave es un volcán que cubre el manto
de la jaula del fuego, que es la vida.
