diluída en los luceros,
lloveré panes calientes, mieles y caramelos
al niño que mira el miedo escondido en los juncales.
Me vestiré de princesa con el manto de las nubes
y cubriré, con un trocito de cielo,
la soledad del anciano y pan,
seré pan con aceite para camelar
cualquier resquicio de hambre.
Me fundiré en la tormenta,
le arrebataré dos rayos para batirme de frente
con quien dirige los frentes,
con quien marca las fronteras,
con quien hunde la inocencia,
con quien abona la tierra de fosas hueras de cruces,
de baldíos epitafios.
Mientras tanto abro surcos, voy sembrando,
soy espina que se adhiere a las gargantas,
que se atraganta en salivas.
No quiero vivir la vida caminando como sombra,
caminando de puntillas como si fuera mentira
la verdad de mi existencia.
Seré huella.
(Es que como mañana es mi cumple, al menos en Alicante, he pensado que va a ser que no, que al menos, dejar huella y ser reto, salmón contra la corriente, ¿pasar la vida como si no? pues no! De todas formas no pienso morirme...)