MUERTE
Publicado: Mar, 01 Abr 2014 1:12
EL BESO DE LA MUERTE
Pasaban los segundos lentamente,
el aire se hacía más espeso,
a punto de reventarme los sesos,
desnudo, sudoroso y mal oliente.
Dejó sobre mí cristalina frente
la suerte escrita con un beso,
Vino a llevarme con ella preso
La dama de las tinieblas , la muerte.
Sentada a los pies de mi cama,
Mirándome como quien nunca miente,
Fue entrando poco a poco en mi mente,
Mientras hacia ella me arrastrada.
Mi cuerpo torcido era una rama
Que se troncha suave y bruscamente,
Y era tan doloroso el presente
Que cualquier futuro me bastaba.
Es mala la herida de la cornada,
Y aunque yo no sea de esos valientes,
Es difícil estando casi ausente
Mirar a la muerte cara a cara.
Y cuando su magia me embrujaba
Con ese vacío que no se siente,
Al fuego de mis labios de repente
El frío de los suyos apagada
Sentí como el dolor se acababa,
Como flotaba entre divinos entes,
Como aquella pesadilla ardiente
En fresca paz de otoño se truncaba .
El grito y la agonía se perdían
En el infinito de la nada,
Como si el silencio lo abrazará
Mi cuerpo inmóvil se deshacía.
Más de repente una arcada
Me devolvió de nuevo a la vida
Y fueron a darme la bienvenida
El dolor, el miedo y la mañana.
Pero pude ver entre las retamas,
Medio cortada y desvanecida
Y entre tinieblas medio perdida,
Los ojos de aquella dama,
La oscuridad de una diva...
Pasaban los segundos lentamente,
el aire se hacía más espeso,
a punto de reventarme los sesos,
desnudo, sudoroso y mal oliente.
Dejó sobre mí cristalina frente
la suerte escrita con un beso,
Vino a llevarme con ella preso
La dama de las tinieblas , la muerte.
Sentada a los pies de mi cama,
Mirándome como quien nunca miente,
Fue entrando poco a poco en mi mente,
Mientras hacia ella me arrastrada.
Mi cuerpo torcido era una rama
Que se troncha suave y bruscamente,
Y era tan doloroso el presente
Que cualquier futuro me bastaba.
Es mala la herida de la cornada,
Y aunque yo no sea de esos valientes,
Es difícil estando casi ausente
Mirar a la muerte cara a cara.
Y cuando su magia me embrujaba
Con ese vacío que no se siente,
Al fuego de mis labios de repente
El frío de los suyos apagada
Sentí como el dolor se acababa,
Como flotaba entre divinos entes,
Como aquella pesadilla ardiente
En fresca paz de otoño se truncaba .
El grito y la agonía se perdían
En el infinito de la nada,
Como si el silencio lo abrazará
Mi cuerpo inmóvil se deshacía.
Más de repente una arcada
Me devolvió de nuevo a la vida
Y fueron a darme la bienvenida
El dolor, el miedo y la mañana.
Pero pude ver entre las retamas,
Medio cortada y desvanecida
Y entre tinieblas medio perdida,
Los ojos de aquella dama,
La oscuridad de una diva...