Editorial Alaire

Atrapo el sueño y me dice:

Naciste sola.
Deja de buscar el otro extremo del cordón umbilical

Apareces escarbando en la tierra
en busca de tesoros oxidados
con el dolor entre las uñas
y los nudillos ensangrentados
de cavar tu propio hoyo.

Me habla en segunda persona, esa voz, que se pasó la noche masticando o presionando la mandíbula.
El dolor de muelas.
Las arrugas marcadas en el entrecejo aprisionan libertades.
Un rictus con la sonrisa invertida me mira desde el espejo.

La hora mutilada.
¿Dónde se extravió?
Inválido el reloj encuentra su mutismo.

Y escucho esa canción que me dice:

Deja de llorar tus heridas de burguesa
el mundo se hunde sin medida

Y me digo: deja de derramar tu sangre azul, tu vacío se acaba bajo las mantas, sobre la mesa, bajo el abrazo que siempre tienes cerca.

Naciste sola.
Deja de buscar el otro extremo del cordón umbilical

Deja de llorar tus heridas de burguesa
el mundo se hunde sin medida

Hermoso y dicente poema con un final que llega a lo más auténtico que tenemos. Un placer leerte
Besos
Pilar

Hola amiga, buen poema, muy hermoso, con estrofas como las indicadas por PIlar, muy buenas, es un placer amiga, un saludo.

Un magnífico poema, Sandra que dice verdades como puños, las heridas no tienen clases sociales...afortunamente. Me encantó pasar por tus versos, y destaco ese;

Naciste sola
Deja de buscar el otro extremo del cordón umbilical.

Fuerte y profundo, todo luz aunque a veces se nos olvida.

Besos.

Carmen

Sandra Gª Garrido escribió:Atrapo el sueño y me dice:

Naciste sola.
Deja de buscar el otro extremo del cordón umbilical

Apareces escarbando en la tierra
en busca de tesoros oxidados
con el dolor entre las uñas
y los nudillos ensangrentados
de cavar tu propio hoyo.

Me habla en segunda persona, esa voz, que se pasó la noche masticando o presionando la mandíbula.
El dolor de muelas.
Las arrugas marcadas en el entrecejo aprisionan libertades.
Un rictus con la sonrisa invertida me mira desde el espejo.

La hora mutilada.
¿Dónde se extravió?
Inválido el reloj encuentra su mutismo.

Y escucho esa canción que me dice:

Deja de llorar tus heridas de burguesa
el mundo se hunde sin medida

Y me digo: deja de derramar tu sangre azul, tu vacío se acaba bajo las mantas, sobre la mesa, bajo el abrazo que siempre tienes cerca.

Tus poemas son verdaderas desgarraduras del ser. Escribes con tu sangre, con el peso total de tu experiencia. Y eso emociona y a mí me provoca goce estético. Mis aplausos.

Un abrazo grande.
Óscar

Pilar Morte escribió:Naciste sola.
Deja de buscar el otro extremo del cordón umbilical

Deja de llorar tus heridas de burguesa
el mundo se hunde sin medida

Hermoso y dicente poema con un final que llega a lo más auténtico que tenemos. Un placer leerte
Besos
Pilar

gracias Pilar, fue un sueño real, desperté con los versos en la cabeza ¿te ha pasado alguna vez? fueron unos pocos los que me llegaron después de una noche tensa, el dolor de muelas también fue real. Un abrazo

Es una cercanía dolorosa, pero sabia. El dolor viene así, es lo más irracional que existe. Aunque haya una causa y después un efecto, yo creo que el dolor siempre es anterior a ambos.Los dos versos iniciales son una grandeza, son la muesca que viene del fondo. Un gran placer de lectura, Sandra. Abrazos.

Dos voces en forma exuberante y bella al compás que pone
rumbo a un poema que saca del mutismo una canción que espera
despertar donde algo nuevo la envide y la complazca .

Un abrazo

El dolor es universal. Saber expresarlo tan bien privilegio de unos pocos. Un placer leerte.
Un abrazo.
Pepa

Sandra Gª Garrido escribió:Atrapo el sueño y me dice:

Naciste sola.
Deja de buscar el otro extremo del cordón umbilical

Apareces escarbando en la tierra
en busca de tesoros oxidados
con el dolor entre las uñas
y los nudillos ensangrentados
de cavar tu propio hoyo.

Me habla en segunda persona, esa voz, que se pasó la noche masticando o presionando la mandíbula.
El dolor de muelas.
Las arrugas marcadas en el entrecejo aprisionan libertades.
Un rictus con la sonrisa invertida me mira desde el espejo.

La hora mutilada.
¿Dónde se extravió?
Inválido el reloj encuentra su mutismo.

Y escucho esa canción que me dice:

Deja de llorar tus heridas de burguesa
el mundo se hunde sin medida

Y me digo: deja de derramar tu sangre azul, tu vacío se acaba bajo las mantas, sobre la mesa, bajo el abrazo que siempre tienes cerca.

Leía sobre la amigdala que guarda las memorias de los eventos emocionales, y viene este poema a verbalizar ese miedo hermano gemelo de esa confidencia esencial de nuestros más intimos sueños. Verdaderamente tu poema conmueve en lo más sensible del ser. Te felicito Sandra. E. R. A.

Llega y traspasa. Precioso. Feliz día.

Judit

Sandra Gª Garrido, Muchas veces hablo con los sueños aunque duelan. Gran entrega, poeta! Con afecto.