SIN ALMA
Publicado: Lun, 10 Mar 2014 14:22
Regresan las verdades
al limbo de las manos que no cesan,
y el tiempo se pregunta
por las palabras presas y los mundos,
por los sentidos mudos que avanzan
de nuevo hacia las calles vacías
de estos cuerpos que en nada nos recuerdan.
Somos dueños de las aguas
que abaten los muros de la verdad desnuda,
somos duda en el concierto de este ritmo
de andar a pecho descubierto,
somos miedo y nos huimos,
queremos creer que quisimos ser,
y nos hicimos sin alma definida,
sin cuerpo.
Apenas queda fuego en este hogar
que duele lentamente y nos renuncia,
quizás la enjundia de un deseo
nos mantuvo alerta mientras tuvo
una puerta a la ternura de una noche,
Y una ventana a las huellas de un camino
de ida y vuelta a las estrellas.
Quizás fuimos muy pronto peregrinos
y nos lanzamos al monte equivocado,
tal vez nos dimos todo y el barro se secó
sin darnos tiempo a hacernos cuerpo y alma.
Somos la calma que anuncia la tormenta,
la renuncia que se apresa en el tiempo transcurrido
y nos ha dejado herido el sentido de buscarnos,
somos manos dejadas de caricias
que ya no encuentran tactos donde huirse,
que ya no creen, ni existen,
ni dicen, ni callan.
Somos nada y en nada nos vivimos,
y, a veces,
si alguna vez sentimos,
lloramos la verdad de recordarnos vivos.
al limbo de las manos que no cesan,
y el tiempo se pregunta
por las palabras presas y los mundos,
por los sentidos mudos que avanzan
de nuevo hacia las calles vacías
de estos cuerpos que en nada nos recuerdan.
Somos dueños de las aguas
que abaten los muros de la verdad desnuda,
somos duda en el concierto de este ritmo
de andar a pecho descubierto,
somos miedo y nos huimos,
queremos creer que quisimos ser,
y nos hicimos sin alma definida,
sin cuerpo.
Apenas queda fuego en este hogar
que duele lentamente y nos renuncia,
quizás la enjundia de un deseo
nos mantuvo alerta mientras tuvo
una puerta a la ternura de una noche,
Y una ventana a las huellas de un camino
de ida y vuelta a las estrellas.
Quizás fuimos muy pronto peregrinos
y nos lanzamos al monte equivocado,
tal vez nos dimos todo y el barro se secó
sin darnos tiempo a hacernos cuerpo y alma.
Somos la calma que anuncia la tormenta,
la renuncia que se apresa en el tiempo transcurrido
y nos ha dejado herido el sentido de buscarnos,
somos manos dejadas de caricias
que ya no encuentran tactos donde huirse,
que ya no creen, ni existen,
ni dicen, ni callan.
Somos nada y en nada nos vivimos,
y, a veces,
si alguna vez sentimos,
lloramos la verdad de recordarnos vivos.